Creo que nunca veré una Iglesia
que sea todo lo que debiera ser:
una Iglesia en la cual sus miembros nunca
se salen del camino derecho y angosto.
Una Iglesia que no tiene asientos vacíos y
cuyo sacerdote nunca tiene días malos.
Una Iglesia en la cual sus diáconos siempre
cumplen con su deber y son pacientes.
Quizá haya alguna Iglesia así de perfecta
pero yo no conozco ninguna.
Pero aun así, todos trabajamos y rezamos para
hacer de la nuestra la mejor que podemos.
ANÓNIMO
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