Recordar
que han pasado 57 años de mi vida y he hecho cientos de cosas de distintos
tipos: estudiar, jugar, leer, casarme, tener una hija, pero también le
he fallado a DIOS, a la Iglesia, a mis Padres y Familia en muchas formas.
Pecado,
porque no me he ocupado del todo de aquel prójimo que pude ayudar en algun momento, así como de
utilizar todos los talentos recibidos de Dios para ofrecerlos a los demás, me
he sentido superior; en una palabra me comporte mal como católico en distintos tramos
de mí vida, pero después de todo esto y haber perdido mi trabajo, busque a
DIOS y ahí estaba esperándome después de tantos años y me esta ayudando a recuperarme.
Me
perdí la experiencia más importante y extraordinaria de mi vida, la que ha sido
la de ir encontrando a DIOS, CRISTO y ESPIRITU SANTO, hasta estos dos años y no
termino de admirar, asombrarme y quedarme con la boca abierta de su inmensa
misericordia y perdón.
Digo
tarde porque pude haber comprendido muchas cosas con anterioridad y ser mejor
de lo que he podido ser.
A
lo largo de estos años he perdido muchos familiares, amigos, compañeros de
viaje que con gran compromiso me orientaron y apoyaron; cada uno de ellos a ser
un mejor ser humano; muy seguramente enviados por DIOS a realizar esta labor de
encaminarme por un camino digno para el SEÑOR, donde gracias a ellos no perdí
la compostura frente a vicios, no cometí grandes faltas y si tome lo mejor que
pude mis responsabilidades y de la mejor manera que las entendí, a pesar de mis
faltas ya mencionadas; pero que gracias a ellos no llegaron a ser más que lo
bueno en mí.
Hoy
que quiero recordar, lo hago frente a una nueva prueba que DIOS me pone en mi
camino y que sabía que llegaría pero no con la premura y de la forma que ha
llegado. Es un nuevo momento de decisión en mi vida.
De
esos momentos que he pasado varios y que pareciera que con todo respeto al SEÑOR,
me toca ser quien decide el destino de un ser querido.
Llevo
años haciéndolo ya debería de haber aprendido, pero dejarme decirles que esto
no se aprende porque por más que uno lo haga, en cada evento se va un pedazo de
mi vida y de mi corazón, a pesar de que supusiéramos distanciamiento, cansancio, dureza de carácter
o cualquier otro calificativo, para mitigar importancia, pero no es así; esta
persona no deja de ser importante en mi gran libro de buenos, malos recuerdos y
hechos, que llamo MI VIDA el día que se vaya con DIOS (Mi hermana, que tiene una enfermedad terminal. Pero desde nos lleva a mi otra hermana y a mí a DIOS todos los días, al compartir con ella la Liturgia y el Evangelio).
Ha
sido una carrera de 30 y tantos años que les aseguro que hay que vivirla para
sentirla y saber la responsabilidad que conlleva cuidar de tus seres queridos de todo a todo, pero lo más difícil de
esta responsabilidad se va acabando cuando todos se van antes que yo al SEÑOR, quedandome el anímo de que estarán con DIOS por el misterio de la resurección.
Así
estoy en este momento, después de tantos que me han dejado espero que mi Fe en DIOS, que todos hallan resucitado y estén con EL,
esperándome el día que tenga a bien llamarme de este mundo.
Pero
sé que no he podido hacer mi parte para con mi prójimo, me queda tiempo y
muchas ganas, si DIOS quiere, me perdona e ilumina.
De
ahí viene este gran compromiso de querer recordar hoy, donde si he estado
atento a todos aquellos seres queridos cercanos a mí de muchas formas, pero
ciego en buscar en los demás al hermano que debí haber hecho el intento de
hacer algo por él.
Y
aquí me confieso ante DIOS todopoderoso y ante vosotros hermanos que mucho he
pecado de pensamiento, palabra obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa por
mi gran culpa.
Y
ruego a la María siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a ustedes
hermanos que intercedan por mí ante DIOS, nuestro SEÑOR.
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