martes, 8 de septiembre de 2015

NACIMIENTO DE LA VIRGEN MARÍA



HIMNO
Vestida de sol y pétalos,
ha nacido nuestra paz:
¡por ella es azul el mar
y por ella es limpio el fuego!

Cuando con cetro de sombra
reina la noche en el mundo
y cintilante y oscuro
el silencio voz se torna,
como rosa misteriosa
del más escondido huerto,
vestida de sol y pétalos,
ha nacido nuestra paz:
y por ella es limpio el fuego!

Lírica como una estrella,
humilde como una esclava,
milagrosa como el alba,
Emperatriz de las penas,
y de los júbilos reina,
Corazón del Evangelio,
vestida de sol y pétalos,
ha nacido nuestra paz:
¡por ella es azul el mar
y por ella es limpio el fuego! Amén



De San Andrés de Creta, Obispo.

Cristo es el término y el fin de la ley mosaica; él nos hace pasar de la esclavitud de esta ley a la libertad del espíritu. La ley tendía hacía él como a su complemento; y él, como supremo legislador, da cumplimiento a su misión, transformando en espíritu la letra de la ley. De este modo, hacía que todas las cosas lo tuviesen a él por cabeza. La gracia es la que da vida a la ley y, por esto, es superior a la misma, y de la unión de ambas resulta un conjunto armonioso, conjunto que no hemos de considerar como una mezcla, en la cual alguno de los dos elementos citados pierda sus características propias; sino como una transmutación divina, según la cual todo lo que había de esclavitud en la ley se cambia en suavidad y libertad, de modo que, como dice el Apóstol, no vivamos ya esclavizados por los elementos del mundo ni sujetos al yugo y a la esclavitud de la ley.

Éste es el compendio de todos los beneficios que Cristo nos ha hecho; ésta es la revelación del designio amoroso de Dios: su anonadamiento, su encarnación y la consiguiente divinización del hombre. Convenía, pues, que esta fulgurante y sorprendente venida de Dios a los hombres fuera precedida de algún hecho que nos preparara el significado de la fiesta que hoy celebramos, ya que el nacimiento de la Madre de Dios es el exordio de todo este cúmulo de bienes, exordio que hallará término y complemento en la unión del Verbo con la carne que le estaba destinada. El día de hoy nació la Virgen; es luego amamantada y se va desarrollando; y es preparada para ser la madre de Dios, rey de todos los siglos.

Un doble beneficio nos aporta este hecho: nos conduce a la verdad y nos libera de una manera de vivir sujeta a la esclavitud de la letra de la ley. ¿De qué modo tiene lugar esto? Por el hecho de que la sombra se retira ante la llegada de la luz, y la gracia sustituye a la letra de la ley por la libertad del espíritu. Precisamente la solemnidad de hoy representa el tránsito de un régimen al otro, en cuanto convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura, sustituyendo lo antiguo por lo nuevo.

Que toda la creación, pues, rebose de contento y contribuya a su modo a la alegría propia de este día. Cielo y tierra se aúnen en esta celebración, y que la festeje con gozo todo lo que hay en el mundo y por encima del mundo. Hoy, en efecto, ha sido construido el santuario del Creador de todas las cosas, y la creación, de un modo nuevo y más digno, queda dispuesta para hospedar en sí al supremo Hacedor.

Celebremos hoy con gran fervor el nacimiento de la siempre Virgen María, la Madre de Dios, cuya existencia gloriosa ilumina a toda la Iglesia.

Cantemos con todo el corazón y con toda nuestra mente las glorias de Cristo, en esta sagrada festividad de María, excelsa Madre de Dios.

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