HIMNO
Vestida
de sol y pétalos,
ha
nacido nuestra paz:
¡por
ella es azul el mar
y
por ella es limpio el fuego!
Cuando
con cetro de sombra
reina
la noche en el mundo
y
cintilante y oscuro
el
silencio voz se torna,
como
rosa misteriosa
del
más escondido huerto,
vestida
de sol y pétalos,
ha
nacido nuestra paz:
y
por ella es limpio el fuego!
Lírica
como una estrella,
humilde
como una esclava,
milagrosa
como el alba,
Emperatriz
de las penas,
y
de los júbilos reina,
Corazón
del Evangelio,
vestida
de sol y pétalos,
ha
nacido nuestra paz:
¡por
ella es azul el mar
y
por ella es limpio el fuego! Amén
De
San Andrés de Creta, Obispo.
Cristo
es el término y el fin de la ley mosaica; él nos hace pasar de la esclavitud de
esta ley a la libertad del espíritu. La ley tendía hacía él como a su
complemento; y él, como supremo legislador, da cumplimiento a su misión,
transformando en espíritu la letra de la ley. De este modo, hacía que todas las
cosas lo tuviesen a él por cabeza. La gracia es la que da vida a la ley y, por
esto, es superior a la misma, y de la unión de ambas resulta un conjunto
armonioso, conjunto que no hemos de considerar como una mezcla, en la cual
alguno de los dos elementos citados pierda sus características propias; sino
como una transmutación divina, según la cual todo lo que había de esclavitud en
la ley se cambia en suavidad y libertad, de modo que, como dice el Apóstol, no
vivamos ya esclavizados por los elementos del mundo ni sujetos al yugo y a la
esclavitud de la ley.
Éste
es el compendio de todos los beneficios que Cristo nos ha hecho; ésta es la
revelación del designio amoroso de Dios: su anonadamiento, su encarnación y la
consiguiente divinización del hombre. Convenía, pues, que esta fulgurante y
sorprendente venida de Dios a los hombres fuera precedida de algún hecho que
nos preparara el significado de la fiesta que hoy celebramos, ya que el
nacimiento de la Madre de Dios es el exordio de todo este cúmulo de bienes,
exordio que hallará término y complemento en la unión del Verbo con la carne
que le estaba destinada. El día de hoy nació la Virgen; es luego amamantada y
se va desarrollando; y es preparada para ser la madre de Dios, rey de todos los
siglos.
Un
doble beneficio nos aporta este hecho: nos conduce a la verdad y nos libera de
una manera de vivir sujeta a la esclavitud de la letra de la ley. ¿De qué modo
tiene lugar esto? Por el hecho de que la sombra se retira ante la llegada de la
luz, y la gracia sustituye a la letra de la ley por la libertad del espíritu.
Precisamente la solemnidad de hoy representa el tránsito de un régimen al otro,
en cuanto convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura,
sustituyendo lo antiguo por lo nuevo.
Que
toda la creación, pues, rebose de contento y contribuya a su modo a la alegría
propia de este día. Cielo y tierra se aúnen en esta celebración, y que la
festeje con gozo todo lo que hay en el mundo y por encima del mundo. Hoy, en
efecto, ha sido construido el santuario del Creador de todas las cosas, y la
creación, de un modo nuevo y más digno, queda dispuesta para hospedar en sí al
supremo Hacedor.
Celebremos
hoy con gran fervor el nacimiento de la siempre Virgen María, la Madre de Dios,
cuya existencia gloriosa ilumina a toda la Iglesia.
Cantemos
con todo el corazón y con toda nuestra mente las glorias de Cristo, en esta
sagrada festividad de María, excelsa Madre de Dios.
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