*Escucha: *
Solamente
esfuérzate y sé muy valiente para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas (Josué 1:7)
*Piensa: *
Con frecuencia,
los cristianos rehúyen a toda idea de éxito, pensando: Estaré agradecido por
lo que sea que el Señor me dé. Estos creyentes desacertados han confundido
el éxito con la codicia y la inconformidad. ¿Por qué razón?
Se debe a la
terrible obsesión por el “éxito” que tiene el mundo. Para la mayoría de las
personas, la palabra es equivalente a “riqueza” o “poder”. Si usted le pregunta
a cualquier persona en la calle si ha tenido éxito, lo más probable es que
comience a hablar de su carrera o inversión. La mayoría de la gente simplemente
no tiene otro marco de referencia para el concepto de éxito. Pero estos
parámetros no tienen nada que ver con el éxito espiritual.
El Padre celestial
llama a sus hijos a vivir triunfalmente. Si la búsqueda del éxito fuera
pecaminosa, ¿cómo pudo el Señor hacer la promesa que se encuentra en Josué
1.7? ¿Estaba Él prometiendo dinero? No. ¿Estaba prometiendo fama? No. El Señor
estaba prometiendo éxito.
Para Josué, esto
significaría la victoria militar, una fe firme y el cumplimiento de la promesa
de Dios a Moisés. Josué no estaba preocupado por el dinero o la fama; más bien,
estaba concentrado intensamente en cumplir con el plan de Dios para él. Armado
con el poder de la Palabra, marchó audazmente, y recibió las bendiciones del
Señor. Y por eso, Dios lo llamó “prosperado” o exitoso.
No se deje
engañar; la parafernalia del mundo no tiene nada que ver con el éxito
espiritual. Su familia, sus relaciones, su integridad y su fidelidad son las
cosas que obran juntas como la manera agradable a Dios de medir el éxito.
*Ora: *
Señor, que pueda
siempre reconocer la verdadera fuente de éxito: actuar por Tu Palabra,
dirigirme por tus caminos, seguirte con fidelidad. Que tu presencia sea siempre
conmigo, Mi Dios. *Amén*
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