jueves, 2 de junio de 2016

SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS, TRIBULACIONES DE PABLO


Hermanos: Continuando ahora nuestra colaboración con Dios, os exhortamos a que deis pruebas de no haber recibido en vano su gracia, pues dice él en la Escritura: En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en el día de Salvación. Ahora es el tiempo propicio, ahora es el tiempo de la salvación.



A nadie queremos dar nunca motivo de escándalo, a fin de no hacer caer en el descrédito nuestro misterio, antes al contrario, queremos acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios: por nuestra mucha constancia en las tribulaciones, necesidades y angustias; en los azotes, prisiones y tumultos; en las fatigas, desvelos y ayunos; con pureza de alma, sabiduría y paciencia; con bondad en el Espíritu Santo y caridad sincera; con la palabra de verdad y con el poder de Dios; con las armas ofensivas y defensivas de la justificación; en medio de honores o de deshonras; con buena o mala reputación; ya sea que nos tengan por impostores, siendo veraces; o por gente desconocida, siendo como somos de sobra conocidos; o como hombres a punto de morir, y he aquí que estamos bien vivos; o como indeseables condenados al castigo, cuando es verdad que escapamos a la muerte; o como gente triste, aunque estemos siempre alegres; por mendigos, aun cuando enriquecemos a muchos; o por gente que nada tiene, cuando en realidad todo lo poseemos.



¡Corintios!, os hablamos con toda sinceridad. Nuestro corazón está abierto de par en par y se dilata de amor por vosotros. Hay mucho sitio en él para vosotros, mientras en el vuestro no hay lugar para nosotros. ¡Pagadnos con la misma moneda – como a hijos que sois les hablo - , dilatad también vuestro corazón!

No viváis uncidos en yunta desigual con los infieles. ¿Qué tiene que ver la justificación con la impiedad? ¿Qué hay de común entre la luz y las tinieblas? ¿Qué armonía entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el fiel con el infiel? ¿Cómo podrías asociar a los ídolos con el templo de Dios? Y mirad, nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios: >>Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo mismo, salid de entre ellos y apartaos. No toquéis cosa inmunda y yo os acogeré, y seré vuestro Padre y vosotros seréis mis hijos e hijas. Lo dice el Señor omnipotente.>>



Así pues, hermanos, estando en posesión de estas promesas, purifiquémonos de toda mancha de cuerpo y espíritu, y vayamos realizando el ideal de la santidad en el temor de Dios.

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