Hermanos: Continuando ahora nuestra colaboración con
Dios, os exhortamos a que deis pruebas de no haber recibido en vano su gracia,
pues dice él en la Escritura: En el tiempo propicio te escuché, y te ayudé en
el día de Salvación. Ahora es el tiempo propicio, ahora es el tiempo de la
salvación.
A nadie queremos dar nunca motivo de escándalo, a fin
de no hacer caer en el descrédito nuestro misterio, antes al contrario,
queremos acreditarnos siempre en todo como verdaderos servidores de Dios: por
nuestra mucha constancia en las tribulaciones, necesidades y angustias; en los
azotes, prisiones y tumultos; en las fatigas, desvelos y ayunos; con pureza de
alma, sabiduría y paciencia; con bondad en el Espíritu Santo y caridad sincera;
con la palabra de verdad y con el poder de Dios; con las armas ofensivas y
defensivas de la justificación; en medio de honores o de deshonras; con buena o
mala reputación; ya sea que nos tengan por impostores, siendo veraces; o por
gente desconocida, siendo como somos de sobra conocidos; o como hombres a punto
de morir, y he aquí que estamos bien vivos; o como indeseables condenados al
castigo, cuando es verdad que escapamos a la muerte; o como gente triste,
aunque estemos siempre alegres; por mendigos, aun cuando enriquecemos a muchos;
o por gente que nada tiene, cuando en realidad todo lo poseemos.
¡Corintios!, os hablamos con toda sinceridad. Nuestro
corazón está abierto de par en par y se dilata de amor por vosotros. Hay mucho
sitio en él para vosotros, mientras en el vuestro no hay lugar para nosotros.
¡Pagadnos con la misma moneda – como a hijos que sois les hablo - , dilatad
también vuestro corazón!
No viváis uncidos en yunta desigual con los infieles.
¿Qué tiene que ver la justificación con la impiedad? ¿Qué hay de común entre la
luz y las tinieblas? ¿Qué armonía entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el
fiel con el infiel? ¿Cómo podrías asociar a los ídolos con el templo de Dios? Y
mirad, nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios: >>Habitaré en
medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré Dios, y ellos serán mi pueblo. Por
lo mismo, salid de entre ellos y apartaos. No toquéis cosa inmunda y yo os
acogeré, y seré vuestro Padre y vosotros seréis mis hijos e hijas. Lo dice el
Señor omnipotente.>>
Así pues, hermanos, estando en posesión de estas
promesas, purifiquémonos de toda mancha de cuerpo y espíritu, y vayamos
realizando el ideal de la santidad en el temor de Dios.
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