Uno solo murió por todos, el mismo que ahora, en cada
una de las asambleas cristianas, por el sacramento del pan y del vino, nos
rehace con su inmolación, por la fe en él nos da la vida y, ofreciéndose a sí
mismo en sacrificio, consagra a los que ofrecen esta oblación.
Ésta es la carne y la sangre del Cordero, pues aquel pan
bajado del cielo afirma: El pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la
vida del mundo. Y con razón su sangre es significada por el vino, ya que, al
afirmar él mismo en el Evangelio: Yo soy la vid verdadera, manifiesta con
suficiente claridad que el vino es su sangre ofrecida en el sacramento de su
pasión; en este sentido el patriarca Jacob había profetizado de Cristo: Lava su
ropa en vino y su túnica en sangre de uvas. En efecto, él lavó con su propia
sangre la vestimenta de nuestro cuerpo que había tomado sobre sí como una
vestidura.
El mismo Creador y Señor de la naturaleza, el que hace
salir el pan de la tierra, convirtió el pan en su propio cuerpo (porque podía
hacerlo y así lo había prometido); y el que había convertido el agua en vino
convirtió después el vino en su sangre.
Es la Pascua del Señor, dice la Escritura, esto es, el
paso del Señor; no tengas por cosa terrena lo que ha sido convertido en algo
celestial por obra de aquel que pasó a esa materia y la ha convertido en su
cuerpo y sangre.
Lo que recibes es el cuerpo de aquel pan bajado del
cielo y la sangre de aquella vid sagrada. En efecto, al dar a sus discípulos el
pan y el vino consagrados, les dijo: Esto es mi cuerpo; está es mi sangre.
Creamos, pues, en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza: el que es la
verdad en persona no puede engañarnos.
Por esto, cuando hablaba a la multitud de comer su cuerpo
y beber su sangre, y la multitud murmuraba desconcertada: ¡Duras son estas
palabras! ¿Quién es capaz de aceptarlas?, queriendo Cristo purificar con fuego
celestial estos pensamientos que, como antes he dicho, han de ser evitados,
añadió: El espíritu es el que da vida; la carne no vale nada. Las palabras que
yo os he dicho son espíritu y vida.
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