PORQUE ME AMA, DIOS NO ME CONSIENTE DEMASIADO
Debido a que soy tan débil, Dios me pone “en apuros”
con cierta regularidad. Esos desconciertos me causan dolor e irritación. La
disciplina divina es severa y difícil. Nunca nos consiente demasiado. Oí decir
a una persona: soy un hijo consentido de Dios. ¡Eso es imposible! ¡No existe
tal persona en la familia de Dios! Al contrario, Dios cuenta con un inventario
extenso y especializado de recursos para mantenernos humildes. ¡A nadie lo mima
Dios demasiado!
¿Pero él nos ama? ¡Infinitamente! Y no pasa por alto
ningún detalle. ¿Protegidos y preservados? ¡Sin lugar a duda! Ya que así lo
prometió. A Dios le dolería tener hijos egoístas e indisciplinados. Además, Él
permite las humillaciones para nuestro bien. Como resultado de este proceso, el
creyente inmaduro llega a ser el fuerte y disciplinado soldado lleno de gracia.
Convierte el orgullo falso en carácter firme y fuerte. Transforma al cobarde
errante y temeroso en un magnífico ejemplo de santo. La vocación favorita de
Dios es tallar santos en carne viva; y de sus herramientas, el cincel favorito
es la humillación.
Fue el apóstol Pedro quien dijo: Amados, no os
sorprendáis cuando aparecen las aflicciones (1ª. Pedro 4:12). Señor, ayúdame
para que la humillación que tu permitas en mi vida no me haga tambalear, ya que
así es como obra un Dios cuyos caminos son inescrutables. Más bien sorpréndeme
con ese amor que derramas sobre tus hijos cuando se encuentran
desconectados. Yo sé que tus
humillaciones siempre terminan en honores: “Él me invocará, y yo le responderé;
estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.”
(Salmo 91:15).
¿Cómo andas en este asunto?
Haz los ajustes necesarios.
Dios te bendiga.
“Pero fiel es
el Señor, que los fortalecerá y los guardará del mal”
(2ª. Tesalonicenses 3:3).
No hay comentarios:
Publicar un comentario