*Escucha: *
Pero tú aumentarás
mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. (Salmos 92:10)
*Piensa: *
Tenemos el ejemplo
de dos animales con una capacidad extraordinaria. El búfalo saca fuerzas cuando
se siente acorralado. Su mayor energía se despliega cuando está en problemas.
Es el enemigo número uno de los leones y el único que puede darle pelea porque
tiene mucha fuerza. Si no encuentra comida puede recorrer kilómetros nadando,
aunque es un animal de 1500 libras con pezuñas y sin aletas. Pero cuando tiene
hambre, no mide riesgos para encontrar alimento. Pelea y busca, es capaz de
cargar casi el doble de su peso. En Asia se le conoce como el tractor del
oriente porque puede cargar grandes cantidades de peso y es difícil que pare.
Esta
característica me llamó la atención porque nos son como los burros que, empecinados,
nadie los hace caminar. Por el contrario, al búfalo no le gusta detenerse, por
eso le ponen un yugo que lo obliga a parar. Tomemos este ejemplo para que tu
energía venga como consecuencia de seguir trabajando. Si quieres renovar tus
fuerzas emocionales, no pares. Es diferente a renovar las fuerzas físicas que
requieren descanso.
Imagina que Pedro
hubiera decidido detenerse y no pedir ayuda, seguramente se hunde, pero Jesús
dice “venid a mi todos los que están cansados”. Debemos ir donde Él está. Dios
puede renovar las fuerzas de nuestra alma y decirnos que extendamos las alas
porque Él nos levantará. No se vale renunciar y dejar la tarea sin concluir.
*Ora: *
Señor, confío en que,
en este momento, Tú estás rompiendo con todas esas cadenas que me tienen
atado a la desesperanza, y aunque camine por sendas oscuras, ya no vacilare ni
temeré, porque tu fuerza y tu poder están conmigo y me infundes confianza.
*Amén*