*Escucha: *
!!Cuán grande es
tu bondad, que has guardado para los que te temen, ¡Que has mostrado a los
que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! (Salmos 31:19)
*Piensa: *
Durante varias
semanas después de que mi esposo tuvo un ataque al corazón, solíamos dar
gracias a Dios por haberle permitido seguir con vida. Meses más tarde, aún
seguían preguntándome cómo me sentía, y mi respuesta era a menudo muy simple:
Bendecida. Me siento bendecida.
No obstante, las
bendiciones vienen en diferentes formas y tamaños. Aun cuando estamos haciendo
todo lo que pensamos que Dios espera de nosotros, tal vez sigamos experimentando
sufrimientos. A veces, nos sorprende que el Señor no responda como esperamos o
que su tiempo no sea el que nosotros creemos oportuno.
Esto lo vemos en
la vida de José. Desde una perspectiva humana, podríamos pensar que Dios se
había olvidado de él, ya que, por más de una década, José experimentó
sufrimientos. Lo arrojaron a un pozo, lo vendieron como esclavo, lo acusaron
falsamente, lo encarcelaron de manera injusta. No obstante, al final, la
fidelidad de Dios hacia él se manifestó ante todos al ponerlo como gobernante
de Egipto y salvar a muchos de la hambruna (Génesis 37–46). C. S. Lewis
escribió: «Cuando perdemos una bendición, otra suele ser dada en su lugar de la
manera más inesperada».
Dios siempre tuvo
su mano de bendición sobre José, como lo hace con todos los que confían en Él.
«¡Cuán grande es tu bondad…!» (Salmo 31:19).
*Ora: *
Señor, concédeme
la sabiduría para procurar en Ti, el crecimiento y madurez de mi espíritu.
Ayúdame a hacer un lado, las distracciones materiales que me alejan de Tu presencia
y guía mi voluntad para obedecer Tu palabra y recibir las bendiciones eternas e
indestructibles que sólo Tú brindas. *Amén. *
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