En un instante, en
un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, porque resonará y
los muertos despertarán incorruptibles y nosotros nos veremos transformados. Al
decir “nosotros” enseña Pablo que han de gozar junto con él del don de la transformación
futura todos aquellos que, en el tiempo presente, se asemejan a él y a sus
compañeros por la comunión con la Iglesia y por la conducta recta. Nos insinúa
también el modo de esta transformación cuando dice: Esto es corruptible tiene
que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.
Pero a esta transformación, objeto de una justa retribución, debe preceder
antes otra transformación, que es puro don gratuito.
La retribución de
la transformación gratuita consiste en la justificación, que es una
resurrección espiritual, don divino que es incoación de la transformación
perfecta que tendrá lugar en la resurrección de los cuerpos de los
justificados, cuya gloria será entonces perfecta, inmutable y para siempre.
Esta gloria inmutable y eterna es, en efecto, el objetivo al que tienden,
primero, la gracia de la justificación y después, la transformación gloriosa.
En esta vida somos
transforOmados por la primera resurrección, que es la iluminación destinada a la
conversión; por ella pasamos de la muerte a la vida, del pecado a la justicia,
de la incredulidad a la fe, de las malas acciones a una conducta santa. Sobre
los que así obran no tiene poder alguno la segunda muerte. De ellos dice el
Apocalipsis: Bienaventurado el que toma parte en esta resurrección primera.
Sobre ellos no tendrá poder alguno la segunda muerte. Y leemos en el mismo
libro: El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda. Así como hay una
primera resurrección, que consiste en la conversión del corazón, así hay
también una segunda muerte, que consiste en el castigo eterno. Que se apresure,
pues, a tomar parte ahora en la primera resurrección el que no quiera ser
condenado con el castigo eterno de la segunda muerte. Los que en la vida
presente, transformados por el temor de Dios, pasan de mala a buena conducta,
pasan de la muerte a la vida y más tarde a la vida y más tarde serán
transformados de su humilde condición a una condición gloriosa.
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