Me
arrodillé para rezar pero no por mucho tiempo,
tenía mucho que hacer...
Tenía que apurarme para llegar a mi trabajo.
Pronto
tendría que pagar cuentas.
Así que me
arrodillé, oré apresuradamente y partí.
Sentí que ya había cumplido con mi deber cristiano.
Mi alma podía descansar en paz.....
Durante todo el día no tuve tiempo
para diseminar una palabra de alegría a mi derredor.
No tuve tiempo para hablar de Cristo a mis amigos;
Temía que se mofaran de mí.
No tuve tiempo, no tuve tiempo; demasiado por hacer.
Ese era mi lamento constante.
No tuve tiempo para dar de mí a almas con necesidades.
Pero al final llego la hora, la hora de morir.
Me presenté ante el Señor.
Llegué y lo miré con ojos abatidos,
porque en sus manos, Dios sostenía un libro;
Era el Libro de la Vida.
Dios leyó del libro y dijo:
'No puedo encontrar tu nombre;
Recuerdo que una vez lo iba a escribir...
pero nunca lo hice porque no encontré el tiempo!
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