Un norteamericano y un japonés se abrazaron en el aeropuerto de Tokio. La última vez que se habían visto fue en un cueva en Okinawa, cuarenta años atrás. En aquella ocasión Ponich, el norteamericano, llevaba en sus brazos a un niño que había sido herido en ambas piernas. Ishiboshi, el japonés saltó en medio de la oscuridad y con su rifle apuntó a Ponich.
Como no había nada que Ponich pudiese hacer deposito al niño en el suelo, sacó su cantimplora y empezó a lavarle las heridas. El asombrado Ishiboshi bajó su rifle. Al terminar, Ponich se inclinó con gratitud a Ishiboshi y llevó al niño al hospital militar de los norteamericanos. En 1985 Ponich escribió una carta a un periódico de Tokio para darle las gracias a ese soldado desconocido que misericordiosamente le perdonó la vida cuarenta años atrás. Ishiboshi leyó la carta y el periódico hizo los arreglos para la reunión.
¿ Cuantas veces podemos ser mesiricordiosos en cosas y con personas que pueden ser más sencillas y ni nos percatamos ?
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