Misericordia de Dios a familias
heridas y matrimonio verdad irrenunciable
Iglesia anuncia al mundo la familia
‘sueño de Dios’, misión apremiante y actual
«Que la Virgen y San José obtengan a la
Iglesia crecer en el espíritu de familia y a las familias sentirse cada vez más
parte viva y activa del pueblo de Dios».
Éste fue el anhelo del Papa Francisco al concluir su discurso, con motivo
de la inauguración del Año Judicial del Tribunal de la Rota Romana:
«Queridos hermanos, el tiempo en que vivimos es muy comprometedor, tanto para las familias, como para
los pastores, que estamos llamados a acompañarlas. Con esta conciencia, les
deseo buen trabajo para el nuevo año que el Señor nos dona. Les aseguro mi
oración y yo también cuento con la de ustedes».
Con su cordial bienvenida, el Papa empezó su denso discurso, recordando el
ministerio de la Rota Romana y destacó, en particular dos aspectos:
«El ministerio del Tribunal Apostólico de la Rota Romana ha sido desde
siempre una ayuda al Sucesor de Pedro, para que la Iglesia, inescindiblemente unida a la
familia, siga proclamando el designio de Dios Creador y Redentor sobre la
sacralidad y belleza de la institución familiar. Una misión siempre actual y
que adquiere mayor relevancia en nuestro tiempo.
Con
la definición de la Rota Romana como Tribunal de la familia, quisiera poner de relieve otra prerrogativa,
es decir que es el Tribunal de la
verdad, del vínculo sagrado. Y estos dos aspectos son
complementarios.
La
Iglesia, en efecto, puede mostrar el indefectible amor misericordioso
de Dios para con las familias, en particular a las heridas por el pecado
y por las pruebas de la vida, y, al mismo tiempo, proclamar la irrenunciable
verdad del matrimonio según el designio de Dios. Este servicio está
confiado en primer lugar al Papa y a los Obispos».
El
Papa Francisco recordó la importancia del Sínodo e hizo hincapié en la familia
querida por Dios, que la Iglesia anuncia al mundo:
«En
el camino sinodal sobre el tema de la, que el Señor nos ha concedido realizar
en los dos años pasados, hemos podido cumplir, en espíritu y estilo de efectiva
colegialidad, un profundo discernimiento sapiencial, gracias al cual la Iglesia
ha indicado al mundo – entre otras cosas – que no puede haber confusión entre
la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión».
Tras
reafirmar que «cuantos viven en un estado objetivo de error, siguen siendo
objeto del amor misericordioso de Cristo y por lo tanto de la Iglesia», el
Obispo de Roma volvió a señalar que «la familia fundada en el matrimonio
indisoluble, unitivo y procreativo, pertenece al ‘sueño’ de Dios y de su
Iglesia para la salvación de la humanidad». Y que «los errores que se refieren
a la sacra mentalidad del matrimonio deben ser examinados muy atentamente»:
«La
Iglesia, por lo tanto, con renovado sentido de responsabilidad sigue
proponiendo el matrimonio, en sus elementos esenciales – hijos, bien de los
cónyuges, unidad, indisolubilidad, sacra mentalidad – no como un ideal para
pocos, a pesar de los modernos modelos centrados en lo efímero y lo
transitorio, sino como una realidad que, en la gracia de Cristo, puede ser
vivida por todos los fieles bautizados. Y por ello con mayor razón, la urgencia
pastoral, que abraza todas las estructuras de la Iglesia, impulsa a converger
hacia un intento común ordenado a la preparación adecuada al matrimonio, en una
especie de nuevo catecumenado – subrayo esto: en una especie de nuevo
catecumenado – tan deseado por algunos Padres Sinodales».
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