*Escucha: *
Él les dijo: ¿Por
qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos
y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron,
diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? (Mateo
8:27-28)
*Piensa: *
Imagina un mundo
sin viento. Lagos calmos; hojas caídas que no vuelan. ¿Esperaría alguien que un
árbol cayera de repente? Sin embargo, esto fue lo que sucedió en un gran domo
de vidrio construido en un desierto. Los árboles dentro de esa burbuja sin
viento, llamada Biosfera 2, crecían más rápido de lo normal, hasta que,
repentinamente, colapsaban por su propio peso. Los investigadores explicaron la
razón: esos árboles necesitaban la presión del viento para crecer fuertes.
Jesús permitió que
sus discípulos enfrentaran vientos fuertes para que su fe se fortaleciera
(Marcos 4:36-41). Mientras cruzaban aguas conocidas, una tormenta repentina fue
demasiado aun para estos pescadores experimentados. El viento y las olas
agitaban la barca, mientras Jesús, exhausto, dormía en la popa. Aterrorizados,
lo despertaron. ¿No le importaba a su Maestro que murieran? Entonces, Jesús
ordenó al viento y las olas que se aquietaran, y les preguntó a sus amigos por
qué aún no tenían fe en Él.
Si el viento no
hubiese soplado, jamás habrían preguntado: «¿Quién es éste, que aun el viento y
el mar le obedecen?» (Marcos 4:41).
Vivir en una
burbuja puede parecer bueno, pero ¿sería firme nuestra fe si no aprendiéramos a
superar circunstancias tormentosas?
*Ora: *
Cristo amado ayúdame a
recordar Tu propósito en las dificultades. Se que detrás de cada una de ellas,
está Tu voluntad de fortalecerme, madurar mi fe y hacerme cada vez más firme y
determinado en las circunstancias tormentosas de la vida. *Amén.
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