Hijo mío, no olvides mis instrucciones, guarda en el corazón mis preceptos, porque te traerán largos años de vida, biesestar y prosperidad.
No abandones la bondad y la lealtad, cuaélgatelas al cuello, escríbelas en tu corazón: alcanzarás favor y aceptación ante Dios y ante los hombres. Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia inteligencia; en todos tus caminos piensa en él, y él allanará tus sendas; no te tengas por sabio, teme al Señor y evita el mal: esto será salud para tu carne y savia para tus huesos.
Honra a Dios con tus riquezas, con la primicia de todas tus ganancias; y tus graneros se colmarán de grano, tua lagares rebosarán de mosto.
Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su represión, porque el Señor reprende a los que ama, como un padre al hijo querido.
Dichoso el hombre que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata y su renta más que el oro, es más valiosa que las perlas ni se le comparan a las joyas; en la diestra trae largos años y en la izquierda honor y riquezas; sus caminos son deleitosos y sus sendas son sendas de paz; es árbol de vida para los que la abrazan, son dichosos los que la poseen. El Señor cimentó la tierra con sabisuría y afirmó el cielo con inteligencia; con su ciencia se abren los veneros y las nubes destilan el rocío.
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