jueves, 2 de julio de 2015

HISTORIAS CORTAS 10



Al final del gran drama de la crucifixión todos los ojos están fijos en Jesús. 

Nada importa sino ese increíble individuo suspendido entre el cielo y la tierra.

Dos mil años más tarde todos los ojos siguen fijos en ese hombre en la cruz.

Un sobreviviente del holocausto nazi resumió el sentir de millones de personas cuando dijo:

“Al mirar al hombre que está en la cruz… Me di cuenta de que tenía que decidir de una vez por todas: o tomaba una actitud de fidelidad a él y compartía su inexpugnable fe en Dios… o caía… en un hoyo sin fondo lleno de amargura, odio y la más completa desesperación”.


Una estudiante universitaria que estaba volando de regreso a su casa en Rhode Island para pasar la Semana Santa se sentía muy alterada. 

Veía que el año de estudios ya iba a terminar y había sacado muy malas notas. Cuando llego a casa agarró su automóvil y manejó hasta la playa. 

Ella escribió: “Me senté allí, bajo la luz de la luna, a ver las olas acercarse a la orilla. Casi sin darme cuenta empecé a pensar en mi año de estudios… En eso, todas mis experiencias de ese año pasaron, como en una película, frente a mí… Cuando me di cuenta ya era por la mañana y el sol había empezado a asomarse en el horizonte… 

Todas mis metas y entusiasmo regresaron de golpe, más fuertes que nunca.

Me levanté con el sol, subí al auto y regresé a casa”. Después de las vacaciones el joven regreso a la universidad, se puso a estudiar y terminó el año con mucho éxito. 

En ese corto período de sus vacaciones de Semana Santa, ella murió y resucitó a una nueva vida.


Brian dirigió la palabra a los asistentes a una convención de atletas: 

“Mis amigos… le pido a Dios que lo que me pasó a mí nunca le pase a ninguno de ustedes… Le pido a Dios que ustedes nunca tengan que sufrir el dolor con el que vivo a diario… 

A menos, queridos amigos, que eso sea lo que ustedes necesitan para colocar a Dios en el centro de sus Vidas

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