viernes, 17 de julio de 2015

ELOGIO PARA LA MUJER FUERTE

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fia de ella, y no faltan riquezas. Le trae ganacias y no pérdidas todos los días de su vida.

Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Es como nave mercante que importa el grano de lejos. Todavía de noche se levanta para dar la comida a los criados.

Examina un terreno y lo compra, con lo que ganan sus manos planta un huerto. Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. Le saca gusto a sus tarea y aun de noche no se apaga su lámpara. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma la rueca.

Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Si nieva, no teme por la servidumbre, porque todos los criados llevan trajes forrados. Confecciona mantas para su uso, se viste de lino y de holanda. En la plaza su marido es respetado, cuando se sienta entre los jefes de la ciudad. Tejé sábanas y las vende, provee de cinturones a los comerciantes.

Está vestida de fuerza y dignidad, sonríe ante el día de mañana. Abre la boca con sabiduría y su lengua enseña con bondad. Vigila la conducta de sus criados, no come su pan de balde.

Sus hijos se levantan para felicitarla, su marido proclama su alabanza: "Muchas mujeres reunieron riquezas, pero tú las ganas a todas." 

Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza.

Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.

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