VIDA COTIDIANA A IMITACION DE CRISTO
Hermanos, Permanezca bien arraigada la caridad
fraterna. No os olvidéis de la hospitalidad; gracia a ella, algunos sin
saberlo, hospedaron a ángeles. Acordaos de los presos como si estuvieseis en la
cárcel con ellos, y de los que son maltratados, pensando que también vosotros
vivís en un cuerpo. Tened todos en gran honor el matrimonio, y que el lecho
conyugal sea si mancilla; Dios juzgará a los fornicarios y adúlteros. No haya
avaricia en vuestras costumbres; contentaos con lo que tenéis, pues él ha
dicho: “Jamás te dejaré, ni te abandonaré”. Así que con toda confianza podemos
decir: “El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os
expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida,
imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis
extraviar por doctrinas llamativas y extrañas. Es mejor ir fortaleciendo el
corazón con la gracia que con los alimentos, de los que ningún provecho sacaron
quienes a ellos se atuvieron. Nosotros tenemos un altar del que no tienen
derecho a comer los que sirven en el tabernáculo. Los cuerpos de los animales,
cuya sangre es introducida en el Santo de los Santos por el sumo sacerdote como
sacrificio por el pecado, son quemados fuera del campamento. Así también Jesús,
para santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la muerte fuera de la
ciudad. Salgamos. pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio.
Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura.
Por medio de él ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es
decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre.
No os olvidéis de la beneficencia y de la mutua asistencia;
Dios se complace en tales sacrificios. Obedeced a vuestros superiores y vivid
sometidos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de
dar cuenta de las mismas. Haced de modo que cumplan con alegría y sin
lamentaciones. De otro modo no sería provechoso para vosotros. Orad por
vosotros, pues creemos tener conciencia recta cuando queremos conducirnos bien
en todas las cosas. Sobre todo, os ruego que lo que hagáis para que cuanto
antes me vea entre vosotros.
El Dios de la paz, que sacó de entre los muertos,
por la sangre de la alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor
Jesús, os haga perfectos en todo bien, para hacer su voluntad, cumpliendo en
vosotros lo que es grato en su presencia por Jesucristo, a quien sea la gloria
por los siglos de los siglos, Amén.
Os ruego, hermanos, que acojáis benevolentemente
este discurso de exhortación. Cierto que os lo mando con breves palabras. Sabed
que ha sido puesto en libertad nuestro hermano Timoteo. Con él, si viene pronto,
iré a veros. Salud a todos vuestros superiores y a todos los fieles. Os saludan
los de Italia. La gracia sea con todos vosotros.
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