viernes, 13 de enero de 2017

HIMNO XXVI

Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino y,
para el vino, una viña.

Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.

Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.

Y esta casa que es su torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y está herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.

¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lugar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce

con el vino de tu viña. Amén.

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