Cómo te fue esta semana muy cansada verdad. Sabes le pedí
a Dios que te cuidara. Él sonrió y me mostró sus manos. Las cuáles tenía
cerradas. Y me mostró que dentro de ellas estabas tú. Me volvió a sonreír y me
dijo... Que crees que le pueda pasar. Si siempre está en mis manos... Le dije
gracias señor porque esa persona que tienes entre tus manos es muy especial
para mí... ÉL me miró y dulcemente me dijo: si para ti es especial, imagínate
para mí que soy su padre.
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