sábado, 19 de agosto de 2017

UN DOLOR COMO EL DE DIOS

UN DOLOR COMO EL DE DIOS
Hay momentos en que un discípulo de Jesucristo sufre dolor indescriptible, como el de Jeremías “Mirad y ved si hay dolor como el dolor que me ha sobrevenido” (Lamentaciones 1:12). Este no es el pesar del luto o del fracaso, sino un dolor que refleja el corazón de la expiación de Cristo, un dolor como el de Dios. Es una aflicción directamente relacionada con el pecado; de hecho, es producido por el pecado.
Jeremías no era responsable por los pecados de Jerusalén (ni de su castigo). Sin embargo, él sintió angustia por aquellos pecados, así como Jesús sintió angustia por nuestros pecados en el Calvario. Esa terrible angustia es señal de que Dios está obrando, por cuando el conflicto entre el pecado y la santidad siempre da como resultado un amargo dolor. La convicción de pecado es en realidad “pesar” por el pecado, el pesar que se siente cuando hay maldad en el corazón humano. Todo discípulo experimentará este pesar, no una vez sino muchas veces, algunas veces por su propio pecado, otras por los pecados ajenos. Cada vez que aparece este pesar, vendrá un avivamiento, ya sea que dicho avivamiento sea personal y local, o que abarque por completo a una iglesia o comunidad.
Como discípulo, debo reconocer la diferencia entre el dolor por el pecado y otros tipos de dolor. Un sentimiento de pesadez interna puede ser una simple indigestión o depresión o falta de éxito. Puede ser el aviso del Espíritu Santo concerniente a un pecado no detectado en mi vida o en la vida de mi familia espiritual. Así como Jeremías, puedo ser llamado para sentir el dolor de los pecados de otros, como si yo fuera la causa, a fin de ser un intercesor apropiado para ellos.

¿Cómo andas en este asunto?

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