UN DOLOR COMO EL
DE DIOS
Hay momentos en
que un discípulo de Jesucristo sufre dolor indescriptible, como el de Jeremías
“Mirad y ved si hay dolor como el dolor que me ha sobrevenido” (Lamentaciones
1:12). Este no es el pesar del luto o del fracaso, sino un dolor que refleja el
corazón de la expiación de Cristo, un dolor como el de Dios. Es una aflicción
directamente relacionada con el pecado; de hecho, es producido por el pecado.
Jeremías no era
responsable por los pecados de Jerusalén (ni de su castigo). Sin embargo, él sintió
angustia por aquellos pecados, así como Jesús sintió angustia por nuestros
pecados en el Calvario. Esa terrible angustia es señal de que Dios está
obrando, por cuando el conflicto entre el pecado y la santidad siempre da como
resultado un amargo dolor. La convicción de pecado es en realidad “pesar” por
el pecado, el pesar que se siente cuando hay maldad en el corazón humano. Todo
discípulo experimentará este pesar, no una vez sino muchas veces, algunas veces
por su propio pecado, otras por los pecados ajenos. Cada vez que aparece este
pesar, vendrá un avivamiento, ya sea que dicho avivamiento sea personal y
local, o que abarque por completo a una iglesia o comunidad.
Como discípulo,
debo reconocer la diferencia entre el dolor por el pecado y otros tipos de dolor.
Un sentimiento de pesadez interna puede ser una simple indigestión o depresión
o falta de éxito. Puede ser el aviso del Espíritu Santo concerniente a un
pecado no detectado en mi vida o en la vida de mi familia espiritual. Así como
Jeremías, puedo ser llamado para sentir el dolor de los pecados de otros, como
si yo fuera la causa, a fin de ser un intercesor apropiado para ellos.
¿Cómo andas en
este asunto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario