Está
un leñador en su cabaña solo a media noche y se le aparece una luz que le pide
que empuje la roca afuera de la cabaña. Al día siguiente, al amanecer, el
leñador la empieza a empujar con todas sus fuerzas hasta el anochecer. Y así lo
hace por muchos días hasta que una noche, exhausto y frustrado de no haber
podido mover la roca, le pasa por la cabeza la idea de ya no levantarse a
empujarla. La luz se vuelve a aparecer y le dice que no le había pedido que
empujara la roca para que la moviera; que mirara sus espaldas que ahora eran
más anchas, sus piernas más fuertes; que le había pedido que empujara la roca
para que se fortaleciera y terminó diciendo: "es más déjame mover la roca
por ti"
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