miércoles, 24 de junio de 2015

HISTORIAS CORTAS 2



Había un príncipe que tenía la espalda torcida, lo que le impedía ser el tipo de príncipe que quería ser. Un día el rey mandó que un escultor hiciera una estatua del príncipe con la espalda recta. Luego la puso en el jardín. Cuando el príncipe la vio se puso a contemplarla y deseó ser como ella. La gente pronto comenzó a decir: “La espalda del príncipe se está enderezando”. Cuando el príncipe escuchó estos comentarios se pasó más horas estudiando la estatua. Un día se puso de pie y vio que estaba tan recto como la estatua. Esta historia es una parábola acerca de príncipes y princesas, pero un defecto impide alcanzar el propósito para el cual hemos venido al mundo. Por tal razón Dios envió a Jesús, para enseñarnos que podemos alcanzar el propósito para el cual hemos sido creados.


“Aquí hay un joven que nació de una mujer campesina… Trabajó en el taller de un carpintero hasta que cumplió treinta años… Nunca fue propietario de una casa. Nunca tuvo familia. Nunca fue a la universidad… No tenía otra credencial más que su propia persona. Mientras que aún era joven la ola de opiniones de la gente se volvió en su contra. Sus amigos lo dejaron… Fue clavado en la cruz, rodeado de dos ladrones… Cuando murió lo pusieron en una tumba prestada… Han pasado veinte siglos y hoy él es el líder del pilar del progreso. Y estoy en lo cierto cuando digo que todos los ejércitos que han marchado y todos los reyes que han reinado, todos ellos juntos, no han afectado a la vida de la raza humana como lo ha hecho esta única Vida Solitaria”.

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