La
siguiente reflexión fue encontrada en el bolsillo de un soldado difunto de la
Confederación durante la guerra civil americana:
“Pedí
salud para lograr cosas grandísimas; y se me dio enfermedad, para hacer cosas
mejores… Pedí riquezas para ser feliz, y se me dio la pobreza, para ser más
sabio… Pedí poder llegar a recibir la alabanza de los demás, y se me hizo
frágil, para sentir necesidad de Dios… No se me dio nada de lo que pedí, pero
se me dio todo lo que ansié.
Casi,
a pesar de mí mismo, mis mudas oraciones fueron contestadas.
De
todos los seres humanos, soy el que ha recibido las bendiciones más
abundantes”.
Se
trata de Pietri Bandinelli, un joven muy atractivo de ojos claros y rostro
bondadoso. Leonardo da Vinci lo escogió para que posara como Jesús para el
mural de la última Cena. Años después
Leonardo todavía no había terminado la pintura. Un día sintió que el espíritu
lo llevaba a los barrios más pobres de Milán en busca de alguien que sirviese
de modelo para pintar a Judas. Luego de buscar más de una hora, encontró al
hombre perfecto. Sus ojos estaban nublados y su rostro era muy duro. Leonardo
le preguntó: “¿Nos hemos conocido anteriormente?”. El hombre respondió: “Sí, yo
fui el que sirvió de modelo para Jesús. Pero mi vida ha cambiado mucho desde
ese entonces”.
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