Éste es el precepto del Señor y Maestro: El que persevere
hasta el fin se salvará. Y también: Si permanecéis en mi palabra, seréis verdad
discípulos míos, llegaréis al conocimiento de la verdad y la verdad os librará
de la esclavitud.
Es necesario, hermanos muy queridos, tener paciencia y
perseverar, para que, después de haber sido admitidos a la esperanza de la
verdad y de la libertad, podamos alcanzar esa misma verdad y libertad; porque
el hecho de ser cristianos nos exige la fe y la esperanza; pero, para que esta
fe y esta esperanza puedan obtener su fruto, nos es necesario la paciencia.
Pues nosotros no buscamos la gloria presente, sino la
futura, conforme a lo que el apóstol san Pablo nos enseña, diciendo: Sólo en
esperanza poseemos nuestra salvación; porque la esperanza que ve a su alcance
el objeto no es esperanza. ¿Cómo puede alguien esperar lo que tiene ya a su
alcance? Pero si esperamos lo que no vemos, lo aguardamos con anhelo y
constancia. La esperanza y la paciencia son necesarias para llevar a buen término
lo que hemos empezado, y para alcanzar lo que esperamos y creemos apoyados en
la promesa divina.
Finalmente, en otro lugar el mismo Apóstol exhorta a
los justos, a los que obran el bien y acumulan tesoros en el cielo que les producirán
intereses en bienes divinos, a que sean perseverantes, diciendo: Así que,
mientras tengamos oportunidad, hagamos e bien a todos, pero especialmente a los
miembros de la Iglesia. No nos cansemos de practicar el bien; que a su tiempo
cosecharemos.
Recomienda aquí que nadie, por impaciencia, deje de
obrar el bien, que nadie, vencido o desanimado por las tentaciones y las dificultades,
se detenga en la mitad del camino de la justificación y de la gloria, para que
no pierda el mérito de las buenas acciones por no haber llevado a su fin la
obra comenzada.
En otro lugar el Apóstol, al hablar de la caridad, une
inseparablemente con ella la constancia y la paciencia: La caridad es
comprensiva, la caridad es servicial y no tiene envidia; la caridad no presume
ni se engríe; no es mal educada ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del
mal; disculpa sus límites. Muestra así que la caridad sólo puede subsistir si
sabe soportar todas las cosas.
Y en otro lugar dice: Sobrellevemos mutuamente con
amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
De esta manera demuestra que es imposible mantener la unión y la paz si los
hermanos no se toleran mutuamente y si no conservan al vínculo de la unión fraterna
mediante la virtud de la paciencia.
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