Porque
es tarde, Dios mío,
porque
anochece ya
y
se nubla el camino,
porque
temo perder
las
huellas que he seguido,
no
me dejes tan solo
y
quédate conmigo.
Porque
he sido rebelde
y
buscado el peligro,
y
escudriñe curioso
las
cumbres y el abismo,
perdóname,
Señor,
y
quédate conmigo.
Porque
ardo en sed de ti
y
en hambre de tu trigo,
ven,
siéntate a mi mesa,
dígnate
ser mi amigo.
¡Que
aprisa cae la tarde…!
¡Quédate
conmigo! Amén
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