Presentemos
a Dios nuestras tareas,
levantemos
orantes nuestras manos,
porque
hemos realizado nuestras vidas
por
el trabajo.
Cuando
la tarde pide ya descanso
y
Dios está cerca de nosotros,
es
hora de encontrarnos en sus manos,
llenos
de gozo.
En
vano trabajamos la jornada,
hemos
corrido en vano hora tras hora,
si
la esperanza no enciende sus rayos
en
nuestra sombra.
Hemos
topado a Dios en el bullicio,
Dios
se cansó conmigo en el trabajo;
es
hora de buscar a Dios adentro,
enamorado.
La
tarde es un trisagio de alabanza,
la
tarde tiene fuego del Espíritu:
adoremos
al Padre en nuestras obras,
adoremos
al Hijo. Amén.
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