Cristo exponiendo en diversas ocasiones las características de su propia misión, decía:
No he venido a invitar a los justos a que se arrepientan, sino a los pecadores. Y también: He bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino para cumplir la voluntad de aquel que me ha enviado.
Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él.
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