LA
CIRCUNCISION DEL CORAZON
La
ley y la alianza antiguas fueron totalmente cambiadas. Primeramente, el pacto
con Adán fue sustituido por el de Noé; más tarde, el concertado con Abraham fue
reformado por el de Moisés. Más como alianza mosaica no fue observada, al
llegar la plenitud de los tiempos vino la nueva alianza, ésta ya definitiva. En
efecto, el pacto con Adán se basaba de no comer del árbol de la vida; el de Noé
en el arco iris; el de Abraham, elegido por su fe, en la circuncisión, como
sello característico de su descendencia; el de Moisés en el cordero pascual,
propiciación para el pueblo.
Todas
estas alianzas eran diversas entre sí. Ahora bien, la circuncisión grata a los
ojos de aquel de quien procedían todas estas alianzas es la que dice Jeremías:
Circuncidad el prepucio de vuestros corazones. Pues si también el pacto
concertado por Dios con Abraham fue firme, también éste es firme e inmutable, y
ninguna ley se le puede añadir, ya venga de los que están fuera de la ley, ya
de los que están sometidos a la ley.
Dios,
en efecto, dio a Moisés la ley con todas sus observancias y preceptos, más,
como ellos no la observaron, anuló la ley y sus preceptos; prometió que había
de establecer una nueva alianza, la cual afirmó que sería distinta de la primera,
por más que él mismo sea el autor de ambas. Y ésta es la alianza que prometió
darnos: Todos se conocerán, desde el pequeño al grande. Y en esta alianza ya no
existe la circuncisión carnal como signo de pertenencia a su pueblo.
Sabemos
con certeza, queridos hermanos, que Dios impuso, en las diversas generaciones,
unas leyes, que estuvieron en vigor hasta que él quiso y que más tarde quedaron
anuladas, tal como dice el Apóstol, a saber, que el reino de Dios subsistió
antiguamente en multitud de semejanzas, según las diversas épocas.
Ahora
bien, nuestro Dios es veraz y sus preceptos son fidelísimos; por esto cada una
de las alianzas fue en su tiempo firme y verdadera, y los circuncisos de
corazón viven y son de nuevo circuncidados en el verdadero Jordán, que es el
bautismo para el perdón de los pecados. Jesús, hijo de Nun, o sea Josué,
circuncidó al pueblo por segunda vez con un cuchillo de piedra, cuando él y su
pueblo atravesaron el Jordán; Jesús, nuestro salvador, circuncida por segunda
vez, con la circuncisión del corazón, a todos los que creen en él y reciben el
baño bautismal, los cuales son circuncidados con la espada, que es la palabra
de Dios, más tajante que espada de dos filos,
Jesús,
hijo de Josué, introdujo al pueblo en la tierra prometida; Jesús, nuestro
salvador, ha prometido la tierra de la vida a todos los que atraviesen el
verdadero Jordán, crean y sean circuncidados en su corazón.
Dichosos,
pues, los que han sido circuncidados en el corazón y han renacido de las aguas
de la segunda circuncisión; éstos recibirán la herencia junto con Abraham, guía
fidedigno y padre de todos, ya que su fe le fue reputada como justicia.
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