Cuando somos niños la curiosidad y la inocencia nos lleva a descubrir y aprender de todo lo que nos rodea, nunca llegamos a ser todo lo que podemos ser; porque al llegar a la juventud o a ser adultos creemos que ya lo sabemos todo y entre lo que algunos alejamos esta DIOS, quien nos trajo al mundo para continuar con el gran esperanza y amor; por ser sus hijos y ayudarle a cuidar la creación y procurar la responsabilidad mantener cierta curiosidad e inocencia para esta labor (que esta enterrada en nuestro subconciente muy profundo), para pasarla a nuevas generaciones.
Nuestro trabajo nunca acaba, como el de Dios tampoco acaba. Esta en cada concepción de un bebé, esta en el nacimiento de cada amanacer, anochecer, animal, flor, arbol, mineral, río, etc.; todo lo que nos rodea tiene su mano. El también trabaja diario (día y noche), y se da tiempo de ver por que todos estemos bien y consolarnos en nuestros problemas, tiene siempre algo para darnos: paz, alivio y tantas cosas.
No es esto suficiente para entender su amor, misericordia y sabíduria para que demos un poco de nosotros a esta gran creación, y que pide un poco de amor, caridad, fe, esperanza y paz.
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