LA
VIDA EN CRISTO
Hermanos:
Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo
está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del
cielo, no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está oculta
con Cristo en Dios; cuando se manifieste Cristo, que es vuestra vida, os
manifestaréis también vosotros con él, revestidos de gloria.
Mortificad
las pasiones de vuestro hombre terrenal: la fornicación, la impureza,
concupiscencia, los malos deseos y la avaricia, que es una idolatría. Por ellas
se desata la cólera de Dios.
En
todo eso anduvisteis también vosotros, cuando vivíais entregados a ellas. Pero
ahora dejad también vosotros a un lado todo eso: la ira, la indignación, la
malignidad, la maledicencia y el torpe lenguaje. No os engañéis unos a otros.
Despojaos
del hombre viejo con sus malas pasiones y revestíos del hombre nuevo, que se va
renovando hasta alcanzar un conocimiento pleno de Dios y se va configurando con
la imagen del que lo creó. Así, ya no hay griego ni judío, ni circunciso, ni
bárbaro ni escita, ni esclavo ni libre: Sólo Cristo todo en todos, sacro y
amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la
humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos,
cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced
vosotros lo mismo.
Por
encima de todo, procurad el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que
la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido
convocados, en un solo cuerpo. Y vivid siempre agradecidos. Que la palabra de
Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de todo corazón,
con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Todo
lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo
la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.
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