sábado, 16 de abril de 2016

VENIDA DEL ESPIRITU SANTO



VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE CORNELIO

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:

Ahora veo con toda claridad que Dios no hace distinciones, sino que acepta al que le es fiel y obra rectamente, sea de la nación que sea. Dios envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz traería Jesucristo: Jesús es el Señor de todos. Vosotros sabéis lo acaecido en toda Judea: como Jesús de Nazaret empezó su actividad en Galilea después del bautismo predicado por Juan; cómo Dios lo ungió con poder del Espíritu Santo; cómo pasó haciendo el bien y devolviendo la salud a todos lo que estaban esclavizados por el demonio, porque Dios estaba con él.

Y nosotros somos testigos de cuanto llevó a cabo en la tierra de los judíos y en Jerusalén, y de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo, sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros hemos comido y bebido con él, después de que Dios lo resucitó de entre los muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.

Todavía estaba Pedro hablando estas cosas, cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos cuantos estaban escuchando su discurso. Los discípulos de origen judío que habían venido con Pedro no salían de su asombro, al ver que el don del Espíritu Santo se derramaba también sobre los paganos, pues les oían hablar en varias lenguas, glorificando a Dios. Tomó entonces Pedro la palabra y dijo:

¿Se puede negar el agua del bautismo a estos hombres, una vez que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?

Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.

Luego le rogaron que se quedase allí por algunos días.

Loa apóstoles y los hermanos que había en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y, cuando Pedro subió a Jerusalén, los convertidos del judaísmo discutían con él y le reprochaban el que hubiese entrado en casa de hombres incircuncisos y hubiese comido con ellos. Pedro, entonces, comenzó a exponerles punto por punto lo sucedido. Ante estas palabras se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo:

Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.

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