Balance
del Año
Mi
percepción a medida de que envejezco es que no hay años malos. Hay años fuertes
con aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo
firmemente que la forma en que deberíamos evaluar un año, tendría más que ver
con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas
nuevas , haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
Nos
cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el
cómo nos enganchamos con las cosas que no queremos, Si no me gusta la vida que
tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi
voluntad el poderlo hacer.
“Ser
feliz es una decisión” no nos olvidemos de eso.
A
esta vida venimos a tres cosas: aprender a amar, a dejar huella y a ser felices
Tratemos
de crecer en lo espiritual. Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a
la conversación, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos .
Valoremos el amor dentro de nosotros lo cual no nos exime de los problemas,
pero nos hace entender que la única diferencia entre ser feliz o no, es la
ACTITUD con la que enfrentemos los problemas, en enfrentar lo que nos toca y en
cómo decidamos aprender las lecciones que nos pone la vida.
Dicen
que las alegrías cuando se comparten se agrandan y que las penas se achican.
Tal vez sucede que al compartir se dilata el corazón, y un corazón dilatado
está mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las
penas no nos lastimen por dentro.
¡Decidamos
ser felices para este 2016!
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