lunes, 14 de diciembre de 2015

LA VOCACION Y LA MISION DE LA FAMILIA EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO (1a.parte)




SÍNODO DE LOS OBISPOS

XIV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
LA VOCACIÓN Y LA MISIÓN DE LA FAMILIA
EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
INSTRUMENTUM LABORIS
CIUDAD DEL VATICANO
2015


PRESENTACIÓN

Ya se acerca el fin del período intersinodal, durante el cual el Santo Padre Francisco ha confiado a la Iglesia entera la tarea de «madurar, con verdadero discernimiento espiritual, las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar» (Discurso para la conclusión de la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 18 de octubre de 2014).

Después de haber reflexionado, en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos de octubre de 2014, sobre Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, la XIV Asamblea General Ordinaria, que tendrá lugar del 4 al 25 de octubre de 2015, tratará el tema La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Así pues, tres momentos íntimamente relacionados marcan el camino sinodal: la escucha de los desafíos de la familia, el discernimiento de su vocación y la reflexión sobre su misión.

A la Relatio Synodi, fruto madurado en la última Asamblea, se agregó una serie de preguntas para conocer la recepción del documento y para solicitar su profundización. En esto consistían los Lineamenta, que fueron enviados a los Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, a las Conferencias Episcopales, a los Dicasterios de la Curia Romana y a la Unión de los Superiores Generales.

Todo el Pueblo de Dios fue invitado a participar en el proceso de reflexión y profundización, al que contribuyó el Santo Padre, quien con sus catequesis semanales sobre la familia en las Audiencias generales, y en otras varias ocasiones, acompañó el camino común. Confirma el renovado interés por la familia, suscitado por el Sínodo, una amplia atención reservada a ella no sólo en ambientes eclesiales, sino también de parte de la sociedad civil.

A las Respuestas provenientes de los organismos con el derecho a responder, se sumaron otras aportaciones, llamadas Observaciones, de parte de muchos fieles (individuos, familias y grupos). Varios componentes de las Iglesias particulares, organizaciones, agregaciones laicas y otras instancias eclesiales ofrecieron importantes sugerencias. Universidades, instituciones académicas, centros de investigación y estudiosos enriquecieron —y siguen haciéndolo—la profundización de las temáticas sinodales con sus propias Contribuciones —a través de simposios, congresos y publicaciones—, señalando también nuevos aspectos, como solicitaba la “pregunta previa” de los Lineamenta.

El presente Instrumentum Laboris está compuesto por el texto definitivo de la Relatio Synodi integrado con la síntesis de las Respuestas, las Observaciones y las Contribuciones de estudio. Para facilitar la lectura, se debe tener presente que la numeración contiene tanto el texto de la Relatio como las integraciones. El texto original de la Relatio se reconoce por el número entre paréntesis y por el carácter cursivo.

El documento se articula en tres partes, que muestran la continuidad entre las dos Asambleas: La escucha de los desafíos que afronta la familia (I parte) evoca más directamente el primer momento sinodal; El discernimiento de la vocación familiar (II parte) y La misión de la familia hoy (III parte) introducen en el tema del segundo momento, con el propósito de ofrecer a la Iglesia y al mundo contemporáneo estímulos pastorales para una renovada evangelización.

Lorenzo Card. Baldisseri
Secretario General del Sínodo de los Obispos

Vaticano, 23 de junio de 2015

1. (1)El Sínodo de los Obispos reunido en torno al Papa dirige su pensamiento a todas las familias del mundo con sus alegrías, fatigas y esperanzas. En particular, siente el deber de agradecer al Señor la generosa fidelidad con la cual tantas familias cristianas responden a su vocación y misión. Lo hacen con alegría y con fe incluso cuando en el camino familiar encuentran obstáculos, incomprensiones y sufrimientos. A estas familias va el aprecio, el agradecimiento y el aliento de toda la Iglesia y de este Sínodo. En la vigilia de oración celebrada en la Plaza de San Pedro el sábado 4 de octubre de 2014 en preparación al Sínodo de la familia, el Papa Francisco evocó de manera simple y concreta la centralidad de la experiencia familiar en la vida de todos, expresándose así: «Cae ya la noche en nuestra asamblea. Es la hora en la que se regresa a casa de buen grado para encontrarse en la misma mesa, en el espesor de los afectos, del bien realizado y recibido, de los encuentros que enardecen el corazón y lo hacen crecer, buen vino que anticipa en los días del hombre la fiesta sin ocaso. Es también la hora más fuerte para quien se encuentra cara a cara con su propia soledad, en el crepúsculo amargo de sueños y proyectos destrozados: cuántas personas arrastran sus días en el callejón ciego de la resignación, del abandono, si no del rencor; en cuántas casas ha faltado el vino de la alegría y, por lo tanto, el sabor —la sabiduría misma— de la vida... De unos y de otros nos hacemos voz esta noche con nuestra oración, una oración para todos».
2. (2) Regazo de alegrías y pruebas, de afectos profundos y de relaciones a veces heridas, la familia es una auténtica “escuela de humanidad”(cfr. GS, 52), de la que se percibe fuertemente la necesidad. A pesar de las numerosas señales de crisis de la institución familiar en los diversos contextos de la “aldea global”, el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia, experta en humanidad y fiel a su misión, a anunciar sin descanso y con profunda convicción el “Evangelio de la familia” que las fue encomendado con la revelación del amor de Dios en Jesucristo e ininterrumpidamente enseñado por los Padres, los Maestros de espiritualidad y el Magisterio de la Iglesia. La familia asume para la Iglesia una importancia del todo particular y en un momento en que se invita a todos los creyentes a salir de sí mismos es necesario redescubrir la familia como sujeto imprescindible para la evangelización. El pensamiento va al testimonio misionero de tantas familias.
3. (3)El Obispo de Roma invitó al Sínodo de los Obispos, reunido en su Asamblea General Extraordinaria de octubre de 2014, a reflexionar sobre la realidad de la familia, decisiva y preciosa, para profundizar después la reflexión en la Asamblea General Ordinaria que tendrá lugar en octubre de 2015, así como durante todo el año que transcurrirá entre los dos eventos sinodales. «El convenire in unum alrededor del Obispo de Roma ya es un evento de gracia, en el cual la colegialidad episcopal se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral»: así describió el Papa Francisco la experiencia sinodal, indicando como tarea escuchar tanto los signos de Dios como los de la historia de los hombres, y vivir la consiguiente doble y única fidelidad a ambos.
4. (4). A la luz de este mismo discurso, hemos reunido los resultados de nuestras reflexiones y conversaciones en las tres partes siguientes: la escucha, para mirar la realidad de la familia hoy, en la complejidad de sus luces y sombras; la mirada fija en Cristo para repensar con renovada frescura y entusiasmo lo que la revelación, transmitida en la fe de la Iglesia, nos dice sobre la belleza y sobre la dignidad de la familia; la confrontación con el Señor Jesús a fin de discernir los caminos para renovar la Iglesia y la sociedad en su compromiso por la familia basada en el matrimonio entre hombre y mujer.
5. Conservando el valioso fruto de la Asamblea anterior, el nuevo paso que nos espera parte de la escucha de las desafíos que debe afrontar la familia para dirigir la mirada a su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. La familia, además de tener que responder a las problemáticas hodiernas, ante todo está llamada por Dios a tomar conciencia, siempre nueva, de su identidad misionera de Iglesia doméstica, también ella “en salida”. En un mundo a menudo marcado por la soledad y la tristeza, el “Evangelio de la familia” es verdaderamente una buena noticia.

LA ESCUCHA DE LOS DESAFÍOS
QUE AFRONTA LA FAMILIA
6. (5) Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos a la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras. Pensamos en los padres, los abuelos, los hermanos y hermanas, los familiares próximos y lejanos, y en el vínculo entre dos familias que se crea con cada matrimonio. El cambio antropológico-cultural hoy influye en todos los aspectos de la vida y requiere un enfoque analítico y diversificado. Hay que subrayar ante todo los aspectos positivos: la mayor libertad de expresión y el reconocimiento más amplio de los derechos de la mujer y de los niños, al menos en algunas regiones. Pero, por otra parte, también hay que considerar el creciente peligro que representa un individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla, haciendo que prevalezca, en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus propios deseos asumidos con carácter absoluto. A esto se añade la crisis de la fe que afecta a tantos católicos y que a menudo está en el origen de las crisis del matrimonio y de la familia.
7. En la sociedad hodierna se observan disposiciones diferentes. Sólo una minoría vive, sostiene y propone las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre el matrimonio y la familia, reconociendo en estas la bondad del proyecto creador de Dios. Los matrimonios, ya sean religiosos o no, diminuyen y crece el número de separaciones y divorcios.
Se van difundiendo el reconocimiento de la dignidad de toda persona, hombre, mujer y niños, y la toma de conciencia de la importancia de las diferentes etnias y de las minorías; aspectos, estos últimos, que —ya generalizados en numerosas sociedades, no sólo occidentales— se están consolidando en varios otros países.
Se observa, en los más diversos contextos culturales, el miedo de los jóvenes a asumir compromisos definitivos, como el de formar una familia. Más en general, se observa el difundirse de un individualismo extremo centrado en la satisfacción de deseos que no llevan a la plena realización de la persona.
El desarrollo de la sociedad de consumo ha separado sexualidad y procreación. Esta es también una de la causas de la creciente disminución de la natalidad. En algunos contextos está vinculada a la pobreza o a la imposibilidad de acudir la prole; en otros a la dificultad de querer asumirse responsabilidades y a la percepción de que los hijos podrían limitar la libre expansión de uno mismo.
8. Las contradicciones culturales que inciden en la familia no son pocas. Se la sigue imaginando como el puerto seguro de los afectos más íntimos y gratificantes, pero las tensiones inducidas por una exasperada cultura individualista de la posesión y del placer generan en ella dinámicas de impaciencia y de agresividad a veces ingobernables. También se podría mencionar una cierta visión del feminismo, que considera la maternidad un pretexto para la explotación de la mujer y un obstáculo a su plena realización. Por otra parte, se observa una tendencia creciente a concebir la generación de un hijo como un instrumento para la afirmación de sí mismos, que hay que obtener con cualquier medio. Por último, cabe recordar las teorías según las cuales se debe afirmar la identidad personal y la intimidad afectiva en una dimensión radicalmente desvinculada de la diversidad biológica entre varón y mujer.
Al mismo tiempo, sin embargo, se quiere reconocer a la estabilidad de una pareja instituida independientemente de la diferencia sexual la misma titularidad de la relación matrimonial intrínsecamente vinculada a los roles paterno y materno, definidos a partir de la biología de la generación. La confusión no ayuda a definir la especificidad social de dichas uniones, mientras que pone en las manos de la opción individualista el vínculo especial entre diferencia, generación e identidad humana. Ciertamente es necesaria una mejor profundización humana y cultural, no sólo biológica, de la diferencia sexual, con la conciencia de que «la remoción de la diferencia […] es el problema, no la solución» (Francisco, Audiencia general, 15 de abril de 2015).
9. Eventos traumáticos como los conflictos bélicos, la eliminación de los recursos, los procesos migratorios, inciden de manera creciente en la calidad afectiva y espiritual de la vida familiar y ponen en riesgo las relaciones dentro de la familia. Sus energías materiales y espirituales, con frecuencia, se llevan hasta el umbral de la disolución.
Asimismo se debe hablar, en general, de las graves contradicciones generadas por el peso de políticas económicas desconsideradas, al igual que de la insensibilidad de políticas sociales, incluso en las llamadas sociedades del bienestar. En particular, el peso cada vez mayor del mantenimiento de los hijos, así como el enorme agravamiento de las tareas subsidiarias del cuidado social de enfermos y ancianos, de hecho delegados a las familias, constituyen una auténtica y enorme carga que pesa sobre la vida familiar.
Si se añaden los efectos de una coyuntura económica desfavorable, de naturaleza bastante ambigua, y el creciente fenómeno de la acumulación de riqueza en manos de pocos y de la distracción de recursos que deberían ir destinados al proyecto familiar, el cuadro de empobrecimiento de la familia se perfila todavía más problemático. La dependencia del alcohol, las drogas o el juego de azar a veces es expresión de estas contradicciones sociales y del consiguiente malestar en la vida de las familias.
10. La familia, comunidad humana fundamental, hoy muestra como nunca antes, precisamente mediante su crisis cultural y social, cuántos sufrimientos procuran su debilitamiento y su fragilidad. Y cuánta fuerza puede encontrar, en sí misma, para encarar la inadecuación y la inoperancia de las instituciones por lo que se refiere a la formación de la persona, la calidad del vínculo social y el cuidado de las personas más vulnerables. Por tanto, es particularmente necesario apreciar adecuadamente la fuerza de la familia, para poder sostener sus fragilidades.

11. La familia sigue siendo hoy, y será siempre, el pilar fundamental e irrenunciable de la vida social. En efecto, en ella conviven múltiples diferencias, mediante las cuales se estrechan relaciones, se crece confrontándose y acogiéndose mutuamente entre generaciones. Precisamente de este modo la familia representa un valor fundante y un recurso insustituible para el desarrollo armónico de toda sociedad humana, según afirma el Concilio: «La familia es una escuela de humanidad más rica [...] es el fundamento de la sociedad» (GS, 52). En las relaciones familiares, conyugales, filiales y fraternas todos los miembros de la familia establecen vínculos fuertes y gratuitos, con concordia y respeto recíproco, que permiten superar los riesgos del aislamiento y de la soledad.
12. Se subraya que, puesto que la familia es protagonista de la edificación de la ciudad común y no una realidad privada, son necesarias políticas familiares adecuadas, que la sostengan y la promuevan. Además, se sugiere considerar la relación entre la asistencia social y la acción compensatoria de la familia. Respecto a políticas familiares y a sistemas de asistencia social inadecuados, dicha acción compensatoria redistribuye recursos y tareas para el bien común, contribuyendo a reequilibrar los efectos negativos de la falta de equidad social.
13. (6) Una de las mayores pobrezas de la cultura actual es la soledad, fruto de la ausencia de Dios en la vida de las personas y de la fragilidad de las relaciones. Asimismo, hay una sensación general de impotencia frente a la realidad socioeconómica que a menudo acaba por aplastar a las familias. Esto se debe a la creciente pobreza y precariedad laboral que a veces se vive como una auténtica pesadilla, o a una fiscalidad demasiado alta que ciertamente no alienta a los jóvenes a contraer matrimonio. Con frecuencia las familias se sienten abandonadas por el desinterés y la poca atención de las instituciones. Las consecuencias negativas desde el punto de vista de la organización social son evidentes: de la crisis demográfica a las dificultades educativas, de la fatiga a la hora de acoger la vida naciente al sentir la presencia de los ancianos como un peso, hasta el difundirse de un malestar afectivo que a veces llega a la violencia. El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones legislativas y laborales para garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a realizar su proyecto de formar una familia.
14. La vida familiar concreta está en estrecha conexión con la realidad económica. Muchos observan que, en nuestros días, la familia fácilmente sufre múltiples vulnerabilidades. Desde el punto de vista de la economía, los problemas más relevantes son los relacionados con salarios insuficientes, desempleo, inseguridad económica, falta de un trabajo digno y de seguridad en el puesto de trabajo, trata de personas humanas y esclavitud.
En la familia se refleja de modo particularmente agudo el efecto de la falta de equidad económica, que les impide crecer: falta una casa propia; no se engendran hijos; cuando se tienen encuentran dificultades para cursar sus estudios y llegar a ser independientes; se les impide poder hacer planes para el futuro con tranquilidad. A fin de superar esta situación es necesario un cambio estructural de perspectiva de parte de toda la sociedad, como nos recuerda el Papa: «El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo» (EG, 204). Una renovada solidaridad intergeneracional comienza con la atención a los pobres del presente, antes que a los del futuro, teniendo en cuenta en particular las necesidades de las familias.
15. Representan un desafío especialmente importante los grupos sociales, a veces muy numerosos, caracterizados por situaciones de pobreza, no sólo económica sino a menudo cultural, que impiden la realización de un proyecto de vida familiar adecuado a la dignidad de la persona. Es preciso reconocer también que, a pesar de las enormes dificultades, numerosas familias pobres tratan de llevar una vida cotidiana digna, confiando en Dios, que no defrauda y no abandona.
Se ha observado, además, que el sistema económico actual produce diversas formas de exclusión social. Las categorías de personas que se sienten excluidas son varias. Una característica común es que a menudo los “excluidos” son “invisibles” a los ojos de la sociedad. No pocas veces la cultura dominante, los medios de comunicación, las mayores instituciones contribuyen a mantener —o incluso a empeorar— esta “invisibilidad” sistemática. Al respecto, el Papa Francisco se pregunta: «¿Por qué […] nos acostumbramos a ver cómo se destruye el trabajo digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos, se hace la guerra y se abusa de la naturaleza?». Y responde: «Porque en este sistema se ha sacado al hombre, a la persona humana, del centro y se lo ha reemplazado por otra cosa. Porque se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia» (Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de los Movimientos populares, 28 de octubre de 2014).
La exclusión social debilita la familia y llega a ser una seria amenaza para la dignidad de sus miembros. Es especialmente preocupante la condición de los hijos, los cuales es como si a priori fueran castigados a causa de la exclusión y, con frecuencia, trágicamente marcados de por vida por privaciones y sufrimientos. Se trata de auténticos “huérfanos sociales”.
16. Desde el punto de vista de la ecología, los problemas relevantes derivan de un acceso insuficiente al agua de parte de muchas poblaciones, degradación del medio ambiente, hambre y malnutrición, terrenos incultos o devastados, cultura del “usar y tirar”. Las situaciones descritas inciden, con frecuencia duramente, en las dinámicas de la vida familiar y su serenidad.
Por tales razones, y gracias también al impulso del Papa Francisco, la Iglesia promueve y colabora en vista de un profundo replanteamiento de la orientación del sistema mundial, mediante una cultura ecológica capaz de elaborar un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad. Puesto que todo está íntimamente conexo, es necesario profundizar los aspectos de una “ecología integral” que incluya tanto las dimensiones medio ambientales como las humanas, sociales y económicas, para el desarrollo sostenible y la salvaguardia de la creación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario