SÍNODO
DE LOS OBISPOS
XIV
ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
LA
VOCACIÓN Y LA MISIÓN DE LA FAMILIA
EN
LA IGLESIA Y EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
INSTRUMENTUM
LABORIS
CIUDAD
DEL VATICANO
2015
PRESENTACIÓN
Ya
se acerca el fin del período intersinodal, durante el cual el Santo Padre
Francisco ha confiado a la Iglesia entera la tarea de «madurar, con verdadero
discernimiento espiritual, las ideas propuestas y encontrar soluciones
concretas a tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben
afrontar» (Discurso para la conclusión de la III Asamblea General
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, 18 de octubre de 2014).
Después
de haber reflexionado, en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de
los Obispos de octubre de 2014, sobre Los desafíos pastorales de la familia en
el contexto de la evangelización, la XIV Asamblea General Ordinaria, que tendrá
lugar del 4 al 25 de octubre de 2015, tratará el tema La vocación y la misión
de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Así pues, tres
momentos íntimamente relacionados marcan el camino sinodal: la escucha de los
desafíos de la familia, el discernimiento de su vocación y la reflexión sobre
su misión.
A
la Relatio Synodi, fruto madurado en la última Asamblea, se agregó una serie de
preguntas para conocer la recepción del documento y para solicitar su
profundización. En esto consistían los Lineamenta, que fueron enviados a los
Sínodos de las Iglesias Orientales Católicas sui iuris, a las Conferencias
Episcopales, a los Dicasterios de la Curia Romana y a la Unión de los
Superiores Generales.
Todo
el Pueblo de Dios fue invitado a participar en el proceso de reflexión y
profundización, al que contribuyó el Santo Padre, quien con sus catequesis
semanales sobre la familia en las Audiencias generales, y en otras varias
ocasiones, acompañó el camino común. Confirma el renovado interés por la
familia, suscitado por el Sínodo, una amplia atención reservada a ella no sólo
en ambientes eclesiales, sino también de parte de la sociedad civil.
A
las Respuestas provenientes de los organismos con el derecho a responder, se
sumaron otras aportaciones, llamadas Observaciones, de parte de muchos fieles
(individuos, familias y grupos). Varios componentes de las Iglesias
particulares, organizaciones, agregaciones laicas y otras instancias eclesiales
ofrecieron importantes sugerencias. Universidades, instituciones académicas,
centros de investigación y estudiosos enriquecieron —y siguen haciéndolo—la
profundización de las temáticas sinodales con sus propias Contribuciones —a
través de simposios, congresos y publicaciones—, señalando también nuevos
aspectos, como solicitaba la “pregunta previa” de los Lineamenta.
El
presente Instrumentum Laboris está compuesto por el texto definitivo de la
Relatio Synodi integrado con la síntesis de las Respuestas, las Observaciones y
las Contribuciones de estudio. Para facilitar la lectura, se debe tener
presente que la numeración contiene tanto el texto de la Relatio como las
integraciones. El texto original de la Relatio se reconoce por el número entre
paréntesis y por el carácter cursivo.
El
documento se articula en tres partes, que muestran la continuidad entre las dos
Asambleas: La escucha de los desafíos que afronta la familia (I parte) evoca
más directamente el primer momento sinodal; El discernimiento de la vocación
familiar (II parte) y La misión de la familia hoy (III parte) introducen en el
tema del segundo momento, con el propósito de ofrecer a la Iglesia y al mundo
contemporáneo estímulos pastorales para una renovada evangelización.
Lorenzo
Card. Baldisseri
Secretario
General del Sínodo de los Obispos
Vaticano, 23 de junio de 2015
1. (1)El Sínodo de los Obispos reunido en torno al Papa dirige su pensamiento
a todas las familias del mundo con sus alegrías, fatigas y esperanzas. En
particular, siente el deber de agradecer al Señor la generosa fidelidad con la
cual tantas familias cristianas responden a su vocación y misión. Lo hacen con
alegría y con fe incluso cuando en el camino familiar encuentran obstáculos,
incomprensiones y sufrimientos. A estas familias va el aprecio, el
agradecimiento y el aliento de toda la Iglesia y de este Sínodo. En la vigilia
de oración celebrada en la Plaza de San Pedro el sábado 4 de octubre de 2014 en
preparación al Sínodo de la familia, el Papa Francisco evocó de manera simple y
concreta la centralidad de la experiencia familiar en la vida de todos,
expresándose así: «Cae ya la noche en nuestra asamblea. Es la hora en la que se
regresa a casa de buen grado para encontrarse en la misma mesa, en el espesor
de los afectos, del bien realizado y recibido, de los encuentros que enardecen
el corazón y lo hacen crecer, buen vino que anticipa en los días del hombre la
fiesta sin ocaso. Es también la hora más fuerte para quien se encuentra cara a
cara con su propia soledad, en el crepúsculo amargo de sueños y proyectos
destrozados: cuántas personas arrastran sus días en el callejón ciego de la
resignación, del abandono, si no del rencor; en cuántas casas ha faltado el
vino de la alegría y, por lo tanto, el sabor —la sabiduría misma— de la vida...
De unos y de otros nos hacemos voz esta noche con nuestra oración, una oración
para todos».
2. (2) Regazo de alegrías y pruebas, de afectos profundos y de relaciones a
veces heridas, la familia es una auténtica “escuela de humanidad”(cfr. GS, 52), de la que se percibe fuertemente la necesidad. A pesar de
las numerosas señales de crisis de la institución familiar en los diversos
contextos de la “aldea global”, el deseo de familia permanece vivo,
especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia, experta en
humanidad y fiel a su misión, a anunciar sin descanso y con profunda convicción
el “Evangelio de la familia” que las fue encomendado con la revelación del amor
de Dios en Jesucristo e ininterrumpidamente enseñado por los Padres, los
Maestros de espiritualidad y el Magisterio de la Iglesia. La familia asume para
la Iglesia una importancia del todo particular y en un momento en que se invita
a todos los creyentes a salir de sí mismos es necesario redescubrir la familia
como sujeto imprescindible para la evangelización. El pensamiento va al
testimonio misionero de tantas familias.
3. (3)El Obispo de Roma invitó al Sínodo de los Obispos, reunido en su
Asamblea General Extraordinaria de octubre de 2014, a reflexionar sobre la
realidad de la familia, decisiva y preciosa, para profundizar después la
reflexión en la Asamblea General Ordinaria que tendrá lugar en octubre de 2015,
así como durante todo el año que transcurrirá entre los dos eventos sinodales.
«El convenire in unum alrededor del
Obispo de Roma ya es un evento de gracia, en el cual la colegialidad episcopal
se manifiesta en un camino de discernimiento espiritual y pastoral»: así
describió el Papa Francisco la experiencia sinodal, indicando como tarea
escuchar tanto los signos de Dios como los de la historia de los hombres, y
vivir la consiguiente doble y única fidelidad a ambos.
4. (4). A la luz de este mismo discurso, hemos reunido los resultados de
nuestras reflexiones y conversaciones en las tres partes siguientes: la
escucha, para mirar la realidad de la familia hoy, en la complejidad de sus
luces y sombras; la mirada fija en Cristo para repensar con renovada frescura y
entusiasmo lo que la revelación, transmitida en la fe de la Iglesia, nos dice
sobre la belleza y sobre la dignidad de la familia; la confrontación con el
Señor Jesús a fin de discernir los caminos para renovar la Iglesia y la
sociedad en su compromiso por la familia basada en el matrimonio entre hombre y
mujer.
5. Conservando el valioso fruto de la Asamblea anterior, el nuevo paso que
nos espera parte de la escucha de las desafíos que debe afrontar la familia
para dirigir la mirada a su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo
contemporáneo. La familia, además de tener que responder a las problemáticas
hodiernas, ante todo está llamada por Dios a tomar conciencia, siempre nueva,
de su identidad misionera de Iglesia doméstica, también ella “en salida”. En un
mundo a menudo marcado por la soledad y la tristeza, el “Evangelio de la
familia” es verdaderamente una buena noticia.
LA ESCUCHA DE LOS
DESAFÍOS
QUE AFRONTA LA FAMILIA
QUE AFRONTA LA FAMILIA
6. (5) Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos a la realidad de la familia
hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras. Pensamos en los padres, los
abuelos, los hermanos y hermanas, los familiares próximos y lejanos, y en el
vínculo entre dos familias que se crea con cada matrimonio. El cambio
antropológico-cultural hoy influye en todos los aspectos de la vida y requiere
un enfoque analítico y diversificado. Hay que subrayar ante todo los aspectos
positivos: la mayor libertad de expresión y el reconocimiento más amplio de los
derechos de la mujer y de los niños, al menos en algunas regiones. Pero, por
otra parte, también hay que considerar el creciente peligro que representa un
individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por
considerar a cada componente de la familia como una isla, haciendo que
prevalezca, en ciertos casos, la idea de un sujeto que se construye según sus
propios deseos asumidos con carácter absoluto. A esto se añade la crisis de la
fe que afecta a tantos católicos y que a menudo está en el origen de las crisis
del matrimonio y de la familia.
7. En la sociedad hodierna se observan disposiciones diferentes. Sólo una
minoría vive, sostiene y propone las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre el
matrimonio y la familia, reconociendo en estas la bondad del proyecto creador
de Dios. Los matrimonios, ya sean religiosos o no, diminuyen y crece el número
de separaciones y divorcios.
Se van difundiendo el
reconocimiento de la dignidad de toda persona, hombre, mujer y niños, y la toma
de conciencia de la importancia de las diferentes etnias y de las minorías;
aspectos, estos últimos, que —ya generalizados en numerosas sociedades, no sólo
occidentales— se están consolidando en varios otros países.
Se observa, en los
más diversos contextos culturales, el miedo de los jóvenes a asumir compromisos
definitivos, como el de formar una familia. Más en general, se observa el
difundirse de un individualismo extremo centrado en la satisfacción de deseos
que no llevan a la plena realización de la persona.
El desarrollo de la
sociedad de consumo ha separado sexualidad y procreación. Esta es también una
de la causas de la creciente disminución de la natalidad. En algunos contextos
está vinculada a la pobreza o a la imposibilidad de acudir la prole; en otros a
la dificultad de querer asumirse responsabilidades y a la percepción de que los
hijos podrían limitar la libre expansión de uno mismo.
8. Las contradicciones culturales que inciden en la familia no son pocas.
Se la sigue imaginando como el puerto seguro de los afectos más íntimos y
gratificantes, pero las tensiones inducidas por una exasperada cultura
individualista de la posesión y del placer generan en ella dinámicas de
impaciencia y de agresividad a veces ingobernables. También se podría mencionar
una cierta visión del feminismo, que considera la maternidad un pretexto para
la explotación de la mujer y un obstáculo a su plena realización. Por otra
parte, se observa una tendencia creciente a concebir la generación de un hijo
como un instrumento para la afirmación de sí mismos, que hay que obtener con
cualquier medio. Por último, cabe recordar las teorías según las cuales se debe
afirmar la identidad personal y la intimidad afectiva en una dimensión
radicalmente desvinculada de la diversidad biológica entre varón y mujer.
Al mismo tiempo, sin
embargo, se quiere reconocer a la estabilidad de una pareja instituida independientemente
de la diferencia sexual la misma titularidad de la relación matrimonial
intrínsecamente vinculada a los roles paterno y materno, definidos a partir de
la biología de la generación. La confusión no ayuda a definir la especificidad
social de dichas uniones, mientras que pone en las manos de la opción
individualista el vínculo especial entre diferencia, generación e identidad
humana. Ciertamente es necesaria una mejor profundización humana y cultural, no
sólo biológica, de la diferencia sexual, con la conciencia de que «la remoción
de la diferencia […] es el problema, no la solución» (Francisco, Audiencia general, 15 de abril de
2015).
9. Eventos traumáticos como los conflictos bélicos, la eliminación de los
recursos, los procesos migratorios, inciden de manera creciente en la calidad
afectiva y espiritual de la vida familiar y ponen en riesgo las relaciones
dentro de la familia. Sus energías materiales y espirituales, con frecuencia,
se llevan hasta el umbral de la disolución.
Asimismo se debe
hablar, en general, de las graves contradicciones generadas por el peso de
políticas económicas desconsideradas, al igual que de la insensibilidad de
políticas sociales, incluso en las llamadas sociedades del bienestar. En
particular, el peso cada vez mayor del mantenimiento de los hijos, así como el
enorme agravamiento de las tareas subsidiarias del cuidado social de enfermos y
ancianos, de hecho delegados a las familias, constituyen una auténtica y enorme
carga que pesa sobre la vida familiar.
Si se añaden los
efectos de una coyuntura económica desfavorable, de naturaleza bastante
ambigua, y el creciente fenómeno de la acumulación de riqueza en manos de pocos
y de la distracción de recursos que deberían ir destinados al proyecto
familiar, el cuadro de empobrecimiento de la familia se perfila todavía más
problemático. La dependencia del alcohol, las drogas o el juego de azar a veces
es expresión de estas contradicciones sociales y del consiguiente malestar en
la vida de las familias.
10. La familia, comunidad humana fundamental, hoy muestra como nunca antes,
precisamente mediante su crisis cultural y social, cuántos sufrimientos
procuran su debilitamiento y su fragilidad. Y cuánta fuerza puede encontrar, en
sí misma, para encarar la inadecuación y la inoperancia de las instituciones
por lo que se refiere a la formación de la persona, la calidad del vínculo
social y el cuidado de las personas más vulnerables. Por tanto, es
particularmente necesario apreciar adecuadamente la fuerza de la familia, para
poder sostener sus fragilidades.
Capítulo II
La familia y el contexto socioeconómico
La familia y el contexto socioeconómico
11. La familia sigue siendo hoy, y será siempre, el pilar fundamental e
irrenunciable de la vida social. En efecto, en ella conviven múltiples
diferencias, mediante las cuales se estrechan relaciones, se crece
confrontándose y acogiéndose mutuamente entre generaciones. Precisamente de
este modo la familia representa un valor fundante y un recurso insustituible
para el desarrollo armónico de toda sociedad humana, según afirma el Concilio:
«La familia es una escuela de humanidad más rica [...] es el fundamento de la
sociedad» (GS, 52). En las relaciones familiares, conyugales, filiales y
fraternas todos los miembros de la familia establecen vínculos fuertes y
gratuitos, con concordia y respeto recíproco, que permiten superar los riesgos
del aislamiento y de la soledad.
12. Se subraya que, puesto que la familia es protagonista de la edificación
de la ciudad común y no una realidad privada, son necesarias políticas
familiares adecuadas, que la sostengan y la promuevan. Además, se sugiere
considerar la relación entre la asistencia social y la acción compensatoria de
la familia. Respecto a políticas familiares y a sistemas de asistencia social
inadecuados, dicha acción compensatoria redistribuye recursos y tareas para el
bien común, contribuyendo a reequilibrar los efectos negativos de la falta de
equidad social.
13. (6) Una de las mayores pobrezas de la cultura actual es la soledad, fruto de
la ausencia de Dios en la vida de las personas y de la fragilidad de las
relaciones. Asimismo, hay una sensación general de impotencia frente a la
realidad socioeconómica que a menudo acaba por aplastar a las familias. Esto se
debe a la creciente pobreza y precariedad laboral que a veces se vive como una
auténtica pesadilla, o a una fiscalidad demasiado alta que ciertamente no alienta
a los jóvenes a contraer matrimonio. Con frecuencia las familias se sienten
abandonadas por el desinterés y la poca atención de las instituciones. Las
consecuencias negativas desde el punto de vista de la organización social son
evidentes: de la crisis demográfica a las dificultades educativas, de la fatiga
a la hora de acoger la vida naciente al sentir la presencia de los ancianos
como un peso, hasta el difundirse de un malestar afectivo que a veces llega a
la violencia. El Estado tiene la responsabilidad de crear las condiciones
legislativas y laborales para garantizar el futuro de los jóvenes y ayudarlos a
realizar su proyecto de formar una familia.
14. La vida familiar concreta está en estrecha conexión con la realidad
económica. Muchos observan que, en nuestros días, la familia fácilmente sufre
múltiples vulnerabilidades. Desde el punto de vista de la economía, los
problemas más relevantes son los relacionados con salarios insuficientes,
desempleo, inseguridad económica, falta de un trabajo digno y de seguridad en
el puesto de trabajo, trata de personas humanas y esclavitud.
En la familia se
refleja de modo particularmente agudo el efecto de la falta de equidad
económica, que les impide crecer: falta una casa propia; no se engendran hijos;
cuando se tienen encuentran dificultades para cursar sus estudios y llegar a
ser independientes; se les impide poder hacer planes para el futuro con
tranquilidad. A fin de superar esta situación es necesario un cambio
estructural de perspectiva de parte de toda la sociedad, como nos recuerda el
Papa: «El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico,
aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos
específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación
de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el
mero asistencialismo» (EG, 204). Una renovada solidaridad
intergeneracional comienza con la atención a los pobres del presente, antes que
a los del futuro, teniendo en cuenta en particular las necesidades de las
familias.
15. Representan un desafío especialmente importante los grupos sociales, a
veces muy numerosos, caracterizados por situaciones de pobreza, no sólo
económica sino a menudo cultural, que impiden la realización de un proyecto de
vida familiar adecuado a la dignidad de la persona. Es preciso reconocer
también que, a pesar de las enormes dificultades, numerosas familias pobres
tratan de llevar una vida cotidiana digna, confiando en Dios, que no defrauda y
no abandona.
Se ha observado,
además, que el sistema económico actual produce diversas formas de exclusión
social. Las categorías de personas que se sienten excluidas son varias. Una
característica común es que a menudo los “excluidos” son “invisibles” a los
ojos de la sociedad. No pocas veces la cultura dominante, los medios de
comunicación, las mayores instituciones contribuyen a mantener —o incluso a
empeorar— esta “invisibilidad” sistemática. Al respecto, el Papa Francisco se
pregunta: «¿Por qué […] nos acostumbramos a ver cómo se destruye el trabajo
digno, se desahucia a tantas familias, se expulsa a los campesinos, se hace la
guerra y se abusa de la naturaleza?». Y responde: «Porque en este sistema se ha
sacado al hombre, a la persona humana, del centro y se lo ha reemplazado por
otra cosa. Porque se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha
globalizado la indiferencia» (Discurso a los participantes en el Encuentro mundial de los Movimientos
populares, 28 de octubre de 2014).
La exclusión social
debilita la familia y llega a ser una seria amenaza para la dignidad de sus
miembros. Es especialmente preocupante la condición de los hijos, los cuales es
como si a priori fueran castigados a causa de la exclusión y, con frecuencia,
trágicamente marcados de por vida por privaciones y sufrimientos. Se trata de
auténticos “huérfanos sociales”.
16. Desde el punto de vista de la ecología, los problemas relevantes derivan
de un acceso insuficiente al agua de parte de muchas poblaciones, degradación
del medio ambiente, hambre y malnutrición, terrenos incultos o devastados,
cultura del “usar y tirar”. Las situaciones descritas inciden, con frecuencia
duramente, en las dinámicas de la vida familiar y su serenidad.
Por tales razones, y
gracias también al impulso del Papa Francisco, la Iglesia promueve y colabora
en vista de un profundo replanteamiento de la orientación del sistema mundial,
mediante una cultura ecológica capaz de elaborar un pensamiento, una política,
un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad. Puesto que todo
está íntimamente conexo, es necesario profundizar los aspectos de una “ecología
integral” que incluya tanto las dimensiones medio ambientales como las humanas,
sociales y económicas, para el desarrollo sostenible y la salvaguardia de la
creación.
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