DE SAN AGUSTIN,
OBISPO
Despierta,
hombre: por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de entre
los muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se
hizo hombre.
Estarías
muerto para siempre, si él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca hubieras sido
librado de la carne del pecado, si él no hubiera asumido una carne semejante a
la del pecado. Estarías condenado a una miseria eterna, si no hubieras recibido
tan gran misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si él no se hubiera
sometido voluntariamente a tu muerte. Hubieras perecido, si él no te hubiera
auxiliado. Estarías perdido sin remedio, si él no hubiera venido a salvarte.
Celebremos,
pues, con alegría la venida de nuestra salvación y redención. Celebremos este
día de fiesta, en el cual el grande y eterno Día, engendrado por el que también
es grande y eterno Día, vino al día tan breve de esta nuestra vida temporal.
Él
se ha hecho para nosotros justicia, santificación y redención. Y así –como dice
la Escritura- el que se gloría que se gloríe en el Señor.
La
verdad brota, realmente, de la tierra, pues Cristo, que dijo: Yo soy la verdad,
nació de la Virgen. Y la justicia mira desde el cielo, porque toda dádiva
preciosa y todo don perfecto provienen de arriba. La verdad brota de la tierra,
es decir, la carne de Cristo es engendrada en María. Y la justicia mira desde
el cielo, porque nadie puede apropiarse nada, si no le es dado del cielo.
Ya
que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque
la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la
verdad brota de la tierra. Por él hemos obtenido acceso a esta gracia en que
estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de Dios. Fíjate
que no dice nuestra gloria, sino la gloria de Dios, porque la justicia no
procede de nosotros, sino que ira desde el cielo. Por ello el que se gloría que
se gloríe no en sí mismo, sino en el Señor.
Por
eso también, cuando el Señor nació de la Virgen los ángeles entonaron este
himno: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el
Señor.
¿Cómo
vino la paz a la tierra? Sin duda porque la verdad brota de la tierra, es
decir, Cristo nace de María. Él es nuestra paz, él ha hecho de dos pueblos una
sola cosa, para que todos seamos hombres de buena voluntad, unidos unos a los
otros con el suave vínculo de la unidad. Alegrémonos, pues, por éste don, para
que nuestra gloria sea el testimonio que nos da nuestra conciencia; y así nos
gloriaremos en el Señor, y no en nosotros. Por eso dice el salmista: Tú eres mi
gloria, tú mantienes alta mi cabeza.
¿Qué
mayor gracia pudo hacernos Dios? Teniendo un Hijo único lo hizo Hijo del
hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de Dios.
Busca
dónde está tu mérito, busca de dónde procede, busca cuál es tu justicia: y
verás que no puedes encontrar otra cosa que no sea pura gracia de Dios.
Jesús,
Señor nuestro, ven pronto, no tardes más, para que se reanimen con tu venida
los que confían en tu amor. Tú que vives y reinas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario