SALMO 138
Señor, tú me
sondeas y me conoces;
me conoces
cuando me siento o me levanto,
de lejos
penetras mis pensamientos;
distingues mi
camino y mi descanso,
todas mis sendas
te son familiares.
No ha llegado la
palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te
la sabes toda,
Me envuelves por
doquier,
me cubres con tu
mano.
Tanto saber me
sobrepasa,
es sublime, y no
lo abarco.
¿Adónde iré
lejos de tu aliento,
adónde escaparé
de tu mirada?
Si escalo el
cielo, allí estás tú;
si me acuesto en
el abismo, allí te encuentro;
Si vuelo hasta
el margen de la aurora,
si emigro hasta
el confín del mar,
allí me
alcanzará tu izquierda,
tu diestra
llegará hasta mí.
Si digo: Que al
menos la tiniebla me encubra,
que la luz se
haga noche en torno a mí,
ni la tiniebla
es oscura para ti,
La noche es
clara como el día.
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