Veamos, pues, lo que dice a los
pastores que apacientan a sí mismos la palabra divina que a nadie adula: Os
bebéis su leche, os vestís con su lana; y matáis a las mejor alimentadas, pero
no apacentáis a las débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las
heridas; no recogéis a las descarriadas ni buscáis a las perdidas, y las habéis
dominado con crueldad y violencia. Al no tener pastor, se desperdigaron mis
ovejas.
De estos pastores que se apacientan a
sí mismos y no a las ovejas se dice aquí lo que buscan y lo que, por el contrario,
olvidan. ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un
rebaño y no se aprovecha de la leche? Los bienes, por tanto, que el pueblo
ofrece para el sustento de la vida corporal de sus prelados son como la leche
del rebaño. Pues de esto precisamente hablaba el Apóstol en el lugar que os he
recordado.
Si bien el Apóstol eligió para sí
trabajar con sus propias manos, con el fin de no tener que buscar ni tan sólo
la leche de sus ovejas, afirmó, con todo, que tenía derecho a recibir esta
leche, como lo había establecido el Señor al decir que quienes anuncian el
Evangelio vivan del Evangelio; y en otro lugar afirma también que otros
coapóstoles suyos usaron de este derecho que les había sido dado y que no
habían usurpado. Al renunciar él a este su derecho fue más allá de su
obligación, pero no exigió que los otros hicieran lo mismo. Quizá se refiera
también a esto mismo aquello que se nos dice del buen samaritano que condujo al
que había encontrado herido a la posada y dijo al posadero: Si gastas algo más,
ya te lo abonaré a mi vuelta.
¿Qué más debemos añadir sobre estos
pastores que no andan tras la leche de sus rebaños? Sin duda debemos afirmar
que son más misericordiosos o, mejor dicho, que realizan con más largueza su
deber de mostrar misericordia. Pueden obrar así y, según esta posibilidad que
tienen, así obran. Alabemos a los que se comportan de otro modo: Ya que el
mismo Apóstol, aunque no buscaba los bienes que se le ofrecían, deseaba, sin
embargo, que las ovejas dieran su fruto y no las quería estériles ni sin leche.
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