lunes, 25 de septiembre de 2017

CREANDO UN LEGADO ESPIRITUAL


CREANDO UN LEGADO ESPIRITUAL

Dios no sólo está interesado en mi vida, sino también en mi “vida después de mi muerte” no me refiero a mi vida después en el cielo, sino a la influencia de mi vida que continúa en esta tierra. La posición que Dios quiere que alcance es la de Abel, quien “aunque murió, habla todavía” (Hebreos 11:4).

Existen muchas maneras de “vivir después”, pero una de ellas es a través de mis hijos y nietos (Salmo 103:17-18). Esa herencia es espiritual, y consta de la “misericordia” y “justicia” del Señor para un largo tiempo por venir.

El hombre natural también quiere proveer para sus hijos, pero usualmente lo hace a través de medios financieros. ¿Cuánta gente rica le deja “misericordia” y “justicia” a sus descendientes? ¿Y qué es más importante, dinero o misericordia y justicia?

¿Pero cómo puedo dejar esa clase de herencia espiritual? Eso depende de mí. Dios está dispuesto a establecer una herencia para mí si yo le temo, guardo su pacto, y obedezco sus mandamientos (Salmo 103:17-18). En pocas palabras, si vivo una vida temerosa de Dios, y que honra a Dios ahora, los resultados de esa vida se acumularán bajo el fideicomiso de Dios para beneficio de mis hijos y nietos. Eso no significa que ellos serán hijos de Dios en forma automática, pero si significa que siempre sentirán la influencia de la misericordia y justicia de Dios. Además, tendrán el buen ejemplo de quien se acordó de los mandamientos de Dios “para ponerlos por obra”.

¿Habrá mejor provisión que pueda hacer para mis hijos? ¿Qué mejor manera para seguir honrando a Dios, mucho después de que yo haya muerto? Esa fue la promesa a Caleb: “La tierra que pisó tu pie será para ti y para tus hijos como heredad perpetua, porque seguiste a Jehová (tu) Dios con integridad” (Josué 14:9).

¿Cómo andas en este asunto?

Haz los ajustes necesarios.

Dios te bendiga.

 “Yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia por millares a los que me aman y guardan mis mandamientos.

 (Éxodo 20:5-6)

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