*El Tapetito Rojo.
*
La mujer de muy
pocos recursos económicos vivía en una humilde casa con su nieta, que estaba
muy enferma.
La niña empeoraba
cada día, después de haber agotado todos los remedios de la abuela; con mucho
dolor en el corazón decidió dejar sola a su nieta para ir a pie hasta la
ciudad, en busca de ayuda.
En el único
hospital público de la región, le dijeron que los médicos no podían trasladarse
hasta su casa, que ella tenía que traer a la niña para ser examinada.
Desesperada por
saber que su nieta no conseguiría siquiera levantarse de la cama se retiró y,
al pasar por una iglesia decidió entrar.
Algunas señoras
estaban arrodilladas haciendo sus oraciones. Ella también se arrodilló.
Escuchó las
oraciones de aquellas mujeres y cuando tuvo oportunidad, también alzó su voz y
dijo:
- Hola Dios, soy
yo María. Fíjese Señor, que mi nieta está muy enferma. Yo quisiera que usted
fuese para allá a curarla. Por favor, Dios, anote la dirección.
Las señoras se
sorprendieron con esa oración y continuaron escuchando.
- Es muy fácil,
solamente es seguir el camino de las piedras y cuando pase el río con un puente
usted entra en la segunda calle de terracería. Pasa la tiendita. Mi casa es el
último jacal de esa callecita.
Las otras señoras,
que estaban pendientes de la oración se esforzaban para no reír. Ella continuó:
- Mire Dios, la
puerta está cerrada, pero la llave está abajo del tapetito rojo de la entrada.
Por favor Señor, cure a mi nietecita. Gracias.
Y cuando todas pensaron
que ya había acabado ella agregó:
- Ah! Señor, por
favor, no se olvide de colocar la llave de nuevo abajo del tapetito rojo, si
no, yo no voy a poder entrar a la casa. ¡Muchas, muchas gracias!
Después que Doña
María se fue, las demás señoras soltaron la carcajada y se quedaron murmurando,
lo deplorable que es ver que las personas no saben ni orar.
Cuando Doña María
llegó a su casa no se pudo contener de tanta alegría al ver a la niña sentada
en el piso jugando con sus muñecas.
- ¿Ya estás de
pie?
Y la niña,
mirándola cariñosamente le contestó:
- Un médico estuvo
aquí abuelita. Me dio un beso en la frente y dijo que iba a mejorar. ¡Él, era
tan hermoso abue! Su ropa era tan blanca que parecía hasta que brillaba.
¡Ah! Y Él te mandó
decir, que si fue fácil encontrar nuestra casa y que iba a dejar la llave
debajo del tapetito rojo como tú se lo pediste.
Dios no quiere
palabras bonitas. Él quiere palabras sinceras.
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esta reflexión si quieres, gracias
Lea el Salmo 126: Todo saldrá bien de ahora en
adelante ... Tú serás victorioso y alcanzarás todos tus objetivos. Hoy,
Jesucristo visitó tu hogar. Al salir, se llevó todos tus problemas con él.
Hazme un favor.
Confía en Dios y comparte este mensaje . . .
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