miércoles, 20 de septiembre de 2017

EL TESTIMONIO DE DIOS EN CUANTO A LA SALVACIÓN


 Cuando se trata de dar testimonio, Dios tiene dos deseos: quiere que demos testimonio de él, y quiere poder testificar él sobre nosotros. Así que el dar testimonio es una espada de dos filos que corta tanto hacia el cielo como hacia la tierra. Se escucha mucho acerca de nuestro testimonio por Dios, pero poco o nada se escucha acerca del testimonio de Dios en cuanto a nosotros.
 ¿Qué es dar testimonio? Es afirmar un hecho. Cuando yo doy testimonio de Jesucristo, simplemente estoy afirmando que él es lo que afirma ser: el Hijo de Dios y el salvador de los hombres. Por otro lado, cuando Jesucristo da testimonio de nosotros, afirma una o dos cosas acerca de nosotros. La primera se puede ilustrar con Abel, quien ofreció su ofrenda por fe, y “recibió testimonio de ser justo” (Hebreos 11:4). Cuando Abel ofreció su sacrificio, Dios inmediatamente dio testimonio a todo el universo de que él era entonces “justo”. Estaba afirmando el hecho de que Abel había sido declarado santo (justificado) en el libro de registros del cielo.
 Lo mismo sucede a cada uno de nosotros que “ofrece la ofrenda de fe”, esto es, acepta el sacrificio del Calvario como suyo propio. ¿Cómo lo sabemos? Por el testimonio que Dios da de nosotros; él afirma el hecho de que ahora estamos en Cristo, y testifica a favor nuestro delante de todo el universo. Por lo tanto, la seguridad de la salvación no depende de nuestros sentimientos, los cuales tienen altibajos de acuerdo con el ritmo del cuerpo, la salud, las circunstancias, y aun el clima. Nuestra salvación depende del testimonio de Dios, quien manifiesta habernos declarado justificados en el libro celestial de cuentas, en base a nuestra fe en él.
 ¡Gracias a Dios por esa palabra segura de testimonio! ¡Y gracias a Dios porque el juez mismo ya dio su veredicto y me ha declarado libre! “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
 ¿Cómo andas en este asunto?
 Haz los ajustes necesarios.
 Dios te bendiga.
“Por tanto, a todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos”.

 (Mateo 10:32).

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