Pablo, mejor que nadie, conocía a Cristo y enseñó, con
sus obras, como deben ser los que de él han recibido su nombre, pues lo imitó
de una manera tan perfecta que mostraba en su persona una reproducción del
Señor, ya que, por su gran diligencia en imitarlo, de tal modo estaba
identificado con el mismo ejemplar, que no parecía ya que hablara Pablo, sino
Cristo, tal como dice él mismo, perfectamente consciente de su propia perfección:
Ya que andáis buscando pruebas de que Cristo habla por mí. Y también dice: Vivo
yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Él nos hace ver la gran virtualidad del nombre de
Cristo, al afirmar que Cristo es la fuerza y sabiduría de Dios, al llamarlo paz
y luz inaccesible en la que habita Dios, expiación, redención, gran sacerdote.
Pascua, propiciación de las almas, irradiación de la gloria e impronta de la
substancia del Padre, por quien fueron hechos los siglos, comida, bebida
espiritual, piedra y agua, fundamento de la fe, piedra angular, imagen del Dios
invisible, gran Dios, cabeza del cuerpo que es la Iglesia, primogénito de la
nueva creación, primicias de los que han muerto, primogénito de entre los
muertos, primogénito de entre muchos hermanos, mediador entre Dios y los
hombres. Hijo unigénito coronado de gloria y de honor, Señor de la gloria,
origen de las cosas, rey de justicia y rey de paz, rey de todos, cuyo reino no
conoce fronteras.
Estos nombres y otros semejantes le dan, tan numerosos
que no pueden contarse. Nombres cuyos diversos significados, si se comparan y
relacionan entre sí, nos descubren el admirable contenido del nombre de Cristo
y nos revelan, en la medida en que nuestro entendimiento es capaz, su majestad
inefable.
Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos
ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de
todos los nombres, al honrarnos con el nombre de cristianos, derivado del de
Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de
esta palabra se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de
cristiano no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo
con nuestra vida.
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