lunes, 4 de julio de 2016

HIMNO VI


Cuando la luz se hace vaga

y está cayendo la tarde,

venimos a ti, Señor,

para cantar tus bondades.



Los pájaros se despiden

piadosamente en los árboles,

y buscan calor de nido

y blandura de plumajes.



Así vuelven fatigados

los hombres a sus hogares,

cargando sus ilusiones

o escondiendo sus maldades.



Quieren olvidar la máquina,

olvidar sus vanidades;

descansar de tanto ruido

y morir a sus pesares.



Ya todo pide silencio,

se anuncia la noche amable:

convierte, Padre, sus penas

en abundancia de panes.



Alivie tu mano pródiga,

tu mano buena de Padre,

el cansancio de sus cuerpos,

sus codicias y sus males.  Amén.

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