Con razón se designa con el nombre de amanecer o
aurora a toda la Iglesia de los elegidos, ya que el amanecer o aurora es el paso
la noche de la incredulidad a la luz de la fe, y así, a imitación de la aurora,
después de las tinieblas se abre al esplendor diurno de la claridad celestial.
Por esto dice acertadamente el Cantar de los Cantares: ¿Quién es ésta que se
levanta como la aurora? Efectivamente, la santa Iglesia; por su deseo del don de
la vida celestial, es llamado aurora, porque, al tiempo que va desechando las
tinieblas del pecado, se va iluminando con la luz de la justicia.
Pero, además, si consideramos la naturaleza del
amanecer o aurora, hallaremos un pensamiento más sutil. La aurora o amanecer
anuncia que la noche ya ha pasado, pero no muestra todavía la íntegra del día,
tiene algo de tinieblas y de luz al mismo tiempo. Por esto, los que en esta
vida vamos en seguimiento de la verdad somos como la aurora o amanecer, porque
en parte obramos ya según la luz, pero en parte conservamos restos de tinieblas.
Se dice a Dios, por boca del salmista: Ningún hombre vivo es inocente frente a
ti. Y también está escrito: Todos tenemos muchos tropiezos.
Por Pablo, cuando dice: La noche va pasando, no añade:
Ed día ha llegado, sino: El día está encima. Al decir, por tanto, que después de
la noche el día está encima, no que ya ha llegado, enseña claramente que nos
hallamos todavía en la aurora, en el tiempo que media entre las tinieblas y el
sol.
La santa Iglesia de los elegidos será pleno día cuando
no tenga ya mezcla alguna de la sombra del pecado. Será pleno día cuando esté
perfectamente iluminada con la fuerza de la luz interior. Por esto, con razón,
la Escritura nos enseña el carácter transitorio de esta aurora, cuando dice:
Asignaste a la aurora su lugar, pues aquel a quien se le ha de asignar su lugar
tiene que pasar de un sitio a otro. Y este lugar de la aurora no puede ser otro
que la perfecta claridad de la visión eterna. Cuando haya sido conducida a esta
perfecta claridad, ya no quedará en ella ningún rastro de tinieblas de la noche
transcurrida. Este anhelo de la aurora por llegar a su lugar propio viene
expresado por el salmo que dice: Mi alma tiene sed de Dios vivo: ¿cuándo entrare
a ver el rostro de Dios? También Pablo manifiesta la prisa de la aurora por
llegar al lugar que ella reconoce como suyo, cuando dice que desea morir para
estar con Cristo. Y también: Para mí la vida es Cristo, y la muerte una
ganancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario